Photo Sharing and Video Hosting at Photobucket

martes, 15 de enero de 2008

OTOÑO EN LAS SIENES

Fué tanto el tiempo de desesperanza
que no hubo forma de echárle un pulso a la vida,
ni al respiro.
Estamos aquí, sentados a la cabecera de la muerte
y de los últimos esbozos,
como a la espera del chispazo último.

Sólo nos queda el recuerdo de los pasos perdidos
entre tanto guijarro,
tanta rodera de barro negro
y toda la metralla entre las postillas de los refregones.

Si acaso, de vez en cuando,
el recuerdo de la luz, huella luminosa,
que dejáste cuando habitabas estos horizontes.

Anduviste aquí, cómo ángel de acuarela en el paisaje,
maravillada junto a la prisa del agua del río
y el rocío de los juncos
en el vero del charco de las ranas y los grillos,
con tu risa y mi premura, anduvimos con el roce de las manos,
al mismo paso que el torrente.

Ahora el río y yo nos acordamos,
por si vuelves, de que no se te olvide mirar el chopo
donde quedaron las iniciales imperfectas
por las aristas de la corteza del árbol viejo,
que permanece.

Si supieras..., sabrías que ha llovido mucho
y que, sin embargo,
aún siembro versos
en los surcos de los cuadernos a rayas.
Porque de todas formas, eres más protagonista
que yo y que nadie.

Este invieno hace otoño en las sienes.

No hay que extrañarse.
Fuiste más que ojos y labios,
más que blusa desabotonada...
y que el collar de suspiros sobre la hojarasca.

Todavía eres la que más, la que todo
y de eso me valgo,
para resistir este frío y tanto mármol.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio