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domingo, 1 de junio de 2008

OCURRE A VECES...

Transito una edad en la que se malvive
de sueños, queriendo ser feliz, únicamente.
Rastreo surcos de siembras antiguas,
ilumino, con linterna de petaca, las sombras
de paredes encaladas y huellas de retratos.

Rebusco en baúles y en arcas,
que esconden secretos de entonces.
Entre las hojas de la enciclopedia amarilla,
un cadáver negro de mosca muerta
y más adelante, una hoja de genciana seca.

Debajo de la alfombra del escaño de enea,
tenía una revista guardada. Trece de abril,
mil novecientos sesenta y ocho y tu foto.
Sonriente como estrella de cine,
igual que las noches contra la tapia.

Bajo la higuera del huerto, ahora desolado,
me sentaba yo con la fotografía tuya,
entre los libros que aparentaba estudiar.
De vez en cuando, entresaco tu imagen
como estampa de virgen de Murillo.

La vieja higuera es lo único que queda.
Las paredes de adobe y hasta las tejas rotas,
se las llevaron como escombros cerca del río.
Aquí no hay nada que hacer, nada,
ya no queda nada de todo aquello.

Sin embargo, ocurre a veces, algunas veces,
pero ocurre, que cuando me recuesto
en el viejo escaño, te subes en mi, me miras
intensamente y dices: “Tranquilo, tranquilo,
que todo se arreglará”, pero nunca se arregla.

Regreso a esa edad en la que se malvive
soñando una buena mala muerte y soy feliz,
porque, a veces, ocurre que vienes y te subes.
Si puedo verte con los ojos cerrados,
también tenerte contra la tapia de entonces.

Ya no hay arreglo, mujer, ya pasó todo.
Soy parte de las ruinas, de los escombros,
del solar de los cardos y las culebras.
Hay tormenta. Me sentaré bajo la higuera
a esperar que me parta un rayo o que vengas.

1 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Buenísimo poema. Sinceramente deja los haikus y haz más de estos. En definitiva no eres japonés sino leonés!

1 de junio de 2008, 10:29  

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