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sábado, 21 de abril de 2007

COMO HARRY EL SUCIO

Los acontecimientos políticos y sociales que ocurrieron en España, dos años antes de la muerte de Franco, me pillaron de recién llegado a Madrid y desarrollaron en mi interior una actitud ante la injusticia y los atropellos de las fuerzas de seguridad y los poderes fácticos, de total rechazo y repulsión. Una mañana de domingo salía de casa con la intención de ir al Rastro cuando casi me tropiezo con uno de mis compañeros de clase durante los siete años que duró mi bachillerato. Pero hombre... tú por aquí? ¿Qué es de tu vida? Hacía mucho que no sabía de ti. Pero si es mi amigo Evaristo. Nos dimos un fuerte apretón de manos y efusivas sonrisas que denotaban la alegría mutua por encontrarnos de forma tan sorprendente ¿Vives aquí? Si, en el número 12 y tú ¿vives cerca? A la vuelta de la esquina ¡Esto si que es casualidad! ¿Tomamos un café? Eso está hecho, pero vamos al Comercial que allí podremos sentarnos en una mesa un poco aparte. Vale, como quieras. Allí, frente a frente, tenía a uno de mis mejores amigos y compañeros desde el primer día de bachiller hasta el último. Desde entonces nuestras vidas habían tomado caminos bien distintos y no habíamos vuelto a saber nada de nosotros. Parecía un milagro aquel sorprendente encuentro. Sigues como siempre, con el pelo largo y tan moreno. Ya ves, es mi manera de ser. ¿Dónde trabajas? Llevo medio año en una multinacional ¿Y tú? Mientras tomábamos el café le noté como muy pendiente de la gente que había a nuestro alrededor. Evaristo, mira con disimulo. Se abrió un poco la chaqueta. Llevaba unas correas sobre los hombros y bajo el sobaco una pistola en su carchutera de piel marrón ¿Lo viste? Sí, lo vi. Me quedé petrificado. Sacó una cartera y me enseñó una placa. Soy Inspector de la Policía Secreta. Espero que guardes discreción. Fue tal mi reacción que ni yo mismo la esperaba. Le dije: Mira Guillermo, paga tu los cafés. Procura no matar a nadie. Siete años hablando de literatura, de música y de cine no son compatibles con pistolas y represión. La conversación ha terminado. Me fui y nunca jamás he vuelto a saber de él. E. C.

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