Photo Sharing and Video Hosting at Photobucket

sábado, 19 de enero de 2008

HAIKU PARA EL 19 DE ENERO

“Todas las flores
que adornan mi camino
ocultan los cardos”.

La profesora de Lengua y Literatura del Instituto, empezó a ejercer su carrera justo cuando yo el Bachiller. Era la más joven de todos los profesores y la más elegante y guapa. No sé si sería por eso, el caso es que yo estudiaba su asignatura con mucho más interés y dedicación que las otras. Me ponía muy buenas notas, más de una vez y de dos, me echó un cable ante otros profesores y entre unas cosas y otras, para mi era como una diosa protectora a la que adorar en silencio. Cada día la miraba por los pasillos, en clase no la quitaba ojo, por la calle, por todos los sitios. Observaba los vestidos, las blusas, dios mío, qué blusas, las faldas, los complementos, todo lo que se ponía. En clase, la miraba más que como profesora como mujer, como la más próxima referencia de belleza y feminidad. Sus ojos verdes, sus labios, sus manos, sus anillos, sus pulseras, sus collares, era perfecta en todos los sentidos. Sabía que yo la miraba con admiración y mucho más allá que como profesora. En el Instituto había una biblioteca que siempre estaba cerrada, pero cuando ya tenía dieciséis años, la profesora nos dijo que a partir de ahora podríamos visitarla y aprovechar sus estancias para estudiar, para hacer los deberes y para leer. Ah, y muy importante, para estar bien calientes en invierno. Habían contratado a una bibliotecaria. Como los consejos y sugerencias de la profesora, para mi eran ordenes, al salir de la última clase, visité la biblioteca por primera vez. Una amplia y luminosa sala, grandes ventanales, grandes mesas de lectura, miles y miles de libros, revistas españolas, italianas, francesas, alemanas, inglesas, americanas... cuadros con litografías, acuarelas y óleos. Un lugar en silencio, rodeado de belleza y serenidad por todas partes. La señorita bibliotecaria... era preciosa. Nada más tomar asiento me fijé en ella y en que al fondo, muy cerca de una de las ventanas, había un piano de pared. Tenía ante mi tres nuevos descubrimientos vitales para el resto de mi vida: la biblioteca, la bibliotecaria y el piano. La señorita... ¿cómo lo diria?

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio