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jueves, 5 de junio de 2008

LA PROMESA

Regresaba a casa con tres bolsas bien cargadas del Mercado Maravillas. Al llegar al ascensor una joven esperaba para subir. También venía de hacer la compra con su carrito de ruedas. Como corresponde, pasó primero y antes de que se cerraran las puertas, preguntó que a qué piso subía. Al quinto, respondí y ¿tu? También al quinto ¿Entonces somos vecinos? Eso parece, respondió. Yo del D ¿y tu? Del C. Puerta con puerta, entonces. Pues si. Encantado de conocerte. Gracias, igual te digo. Perdona el atrevimiento, es que tengo invitados, ¿me puedes dejar un sacacorchos?. Claro que si mujer, pero pasa, no te quedes a la puerta. Se nos fue la mano y pasó lo que pasó. Su botella de Muga del 92 tuvo la culpa. Aquí no ha pasado nada, ¿lo prometes? Lo prometo, contesté y hasta hoy. Aún no me ha devuelto el sacacorchos, así que menudo negocio hice. Una promesa es una promesa.

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