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domingo, 23 de noviembre de 2008

"DIME ALGO QUE TE GUSTARÍA". (cuento a vuela pluma)

El abuelo de mi amigo estaba triste y preocupado a causa de una grave enfermedad de la abuela, ingresada en el hospital de León.
- Abuelo, como ya hemos cenado, supongo que jugaremos una escoba, como siempre.
- Si hombre, una escoba contigo la hecho aunque sea sin ganas.
- Vale, pero no me hagas trampas, que te conozco.
- Anda, reparte y juega. Vamos hasta veinticinco.
Como siempre ganó el abuelo de mi amigo.
- Hala hijo, vete a la cama y lee un poco antes de dormirte.
- Si abuelo y no te preocupes tanto que la abuela se pondrá buena y vendrá pronto.
- Dios te oiga, la verdad es que los médicos lo pusieron muy negro. Hasta mañana, guapo.
- Hasta mañana, abuelo.
Mi amigo leyó un poco de Moby Dick y enseguida cayó en un profundo sueño.
Debían ser las cuatro de la mañana cuando el abuelo llamó precipitadamente con los nudillos a la puerta de la habitación donde dormía mi amigo.
- Levántate rápido que es muy urgente. Te espero en la cuadra de las vacas.
Mi amigo, asustado, no sabía que podría pasar y lo primero que se le pasó por la cabeza es que se había muerto su abuela, pero al cruzar por los patios que daban a las cuadras no puedo por menos que admirar el cielo estrellado y la Vía Láctea tan marcada como un camino. Ese detalle le tranquilizó un poco.
En la cuadra una de las vacas estaba echada y quejándose. Por la enórme vagina le salía parte de una pata de un ternero. Aquella imagen le dejó sobrecogido y sin palabras.
- Mira hijo, lo que pasa es que la vaca no puede parir por si sola al ternero, porque viene de mala forma. Para éstas cosas siempre me ayudaba tu abuela, así que no he tenido más remedio que llamárte para que me ayudes a sacar el ternero antes de que se muera. Si no lo hacemos pronto, también morirá la vaca. Siento que te hayas tenido que enterar de estas cosas tan pronto, pero alguna vez tenía que ser la primera.
- ¿Y qué tengo que hacer?
- Agarra de la pata del ternero por detrás de mi mano y tira con todas fuerzas cuando yo te diga.
El abuelo de mi amigo tendió sobre el suelo varios sacos y sobre ellos pusieron sus rodillas el abuelo y el nieto. Los dos agarraron fuerte de la parte de la pata del ternero que estaba fuera. Después de tirar y tirar varias veces, entre los dos, lograron que el ternero asomara la boca. El abuelo le metió dos dedos entre sus labios y pudo abrírsela un poco.
- Ya casi lo tenemos. Agarra fuerte y tira a la de tres, con dos cojones.
Minutos después salió el ternero casi a la carrera, aunque tambaleándose, más vivo que un ocho.
El ternero fué guiado por el abuelo hasta la boca de su madre que le lamía y lamía para limpiárle los restos de placenta que aún le quedaban pegados por la mojada piel. Poco después, el abuelo ayudo a que se levantara la vaca y el ternero enseguida acertó a mamar de la ubre de su madre, ya sin tambaleos ni nada. Hecho todo un ternero como dios manda. Mi amigo no cabía en si de satisfacción y la vaca rumíaba plácidamente.
- ¡Qué guapo es, abuelo!
- Lo es, gracias a tu ayuda. Vamos a lavárnos las manos y a la cama, que son las cinco de la mañana.
Mientras se lavaban juntos en el agua caliente, de la misma palangana, su abuelo dijo:
- Qué joío chico, qué fuerzas tienes, ya eres todo un hombre con once años.
- Casi doce abuelo, casi doce.
- Dime algo que te gustaría.
- Me gustaría que la abuela se ponga buena y que pueda ayudarte. Mis vacaciones ya se terminan.
- Ya eso si, pero dime algo que te gustaría tener, algo especial.
- Una armónica de la marca "Seductora".
Cuando el abuelo fué a recoger a la abuela, al hospital de León, aprovechó para comprar a su nieto una armónica.
Han pasado muchos años y mi amigo ha ido formando, poco a poco, una gran colección de armónicas, no todas seductoras. Le digo a mi amigo que toca como Clint Eastwood y él se rie.

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