Photo Sharing and Video Hosting at Photobucket

lunes, 27 de agosto de 2007

TRES HISTORIAS EXTRAORDINARIAS, TRES

(vuela pluma)
I
El botón de la camisa.
Ayer domingo, sobre las ocho de la tarde, me dispuse a planchar las camisas. Precisamente a la que pensaba poner hoy, la faltaba un botón. Como a mi no me queda otra que hacer lo que haga falta e igual plancho un huevo, como frío una camisa y encima, no se me caen los anillos, me puse manos a la obra. Lo más extraordinario no es que acertara a enhebrar el hilo en la aguja, a la primera. Lo que merece la pena señalar es que me pasé la noche soñando con camellos que iban por el desierto y que no podían atravesar un determinado paraje que les llevaba hasta un paradisíaco oasis, porque no cabían por un estrecho túnel ¿Un túnel en el desierto? Como era imposible, mi sueño cambió y se puso a darle vueltas a la enorme viga del lagar de la bodega de mi padre. Más aún, seguía el sueño con el pajar lleno de paja y a mis primas y un primo, que me ayudaban a encalcar y hacer sitio para que cupiera un carro más del producto que mi padre traía de la era. Mi primo Bernardito, que es un día más mayor que yo, no paraba de decir que Angelines las llevaba blancas, que Pili las levaba negras y que Rosita, azules. Yo no comprendía mucho y menos cuando se le ocurrió decir a Angelines, que era la más simpática y más “payasita”, una frase que nunca se me olvida: “Se ve el telón, pero no la función”. Por el botón de una camisa, una extraordinaria noche. Esta historia no acabará aquí. Seguro.

II
El imperdible.
Cuando era niño mi madre usaba mucho uno de los inventos mas increíbles de la humanidad: Los imperdibles. Cuando tuve que salir de casa, con doce años, para ir a estudiar, mi madre me puso media docena de imperdibles en una cajita metálica de Laxen Busto, junto a varios botones, aguja e hilo de tres colores: blanco, negro y gris. Siempre vienen bien para cualquier apuro. Lo increíble de esta historia es que la semana pasada, en diferentes lugares, fui encontrando imperdibles y claro, los cogía. ¿Si los imperdibles son “imperdibles” por qué encontré seis? Algo raro pasa con las sencillas cosas de la vida.

III
La señorita de Damasco.
Agosto, cuatro de la tarde, metro de Conde Casal. Como es verano no hay problema de sitio para ir sentados en el metro ya que a esa hora el metro iba casi vacío. En la siguiente parada, Sainz de Baranda, entran una señora mayor, su hija y nieto, como de tres años, que ocupan los asientos de mi lado. Frente a mi se sienta una chica a la que no pude por menos que observar por lo llamativa y espectacularmente guapa. Pelo negro como el azabache y largo. Ojos verdes, escote abundante y minifalda vaquera. Trataba de que no se notara que se me iban los ojos ¿Qué pensaría la gente de mi? Así que yo disimulando. Cuando la miraba, ella apartaba la mirada, pero notaba que se había dado cuenta de que me llamaba la atención, como es lógico. Me decidí a mirarla abiertamente y me encontré con sus ojos que eran como taladros al rojo vivo, que se clavaban dentro del corazón. Irresistibles. Disimulaba y vuelta a caer en la tentación. Su escote magnético y maravilloso. Vuelvo a fijarme claramente y ella sonreía y mantenía la mirada en mi. Aquello era un suplicio. Al llegar a Avenida de América, las señoras y el niño salieron. La señorita se pone a mi lado y con su sonrisa como un... bueno, ya me entiendes, colega, se pone a hablarme en inglés (más o menos, por no andar ahora mirando): “Excuse me sir, please, ¿Are you a sirius man?” Dios mío, qué nervios. No, no soy sirio, soy de León. Entonces hablaremos en español, soy estudiante de Filología Hispánica. Mi padre es alto funcionario de la Embajada Siria, en Londres y somos de Damasco. Casi me cuenta su vida, tan atenta y simpática. Me bajé en Nuevos Ministerios y ella siguió hasta Ciudad Universitaria. Me prometió que si el azar nos juntaba otra vez... tomaríamos un té árabe y lo que surgiera (lo de que “y lo que surgiera” ella no lo dijo, ¿o si?), en su apartamento. Pues no ha habido manera.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio