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miércoles, 5 de septiembre de 2007

LLORÉ TARDE

Todo viene de que empecé tarde a llorar. Debía tener el llanto atascado como si fuera un gran tapón en la cañería por la que había que respirar y como en aquellos tiempos se nacía en casa, a la luz de una bombilla de 40 y alguna vela o farol, que sujetaba una vecina o una tía y que la que más sabía, no sabía nada, el caso es que empecé a llorar mas tarde de la cuenta. De ahí decía mi madre que viene todo. Que ella se acuerda de que, casi desmayada, gritaba y que como yo era el noveno se extrañaba de no oírme , el chico no llora, el chico no llora. Y me dieron un azote bien fuerte y ya empecé a llorar como un desesperado. Fueron segundos, no llegó ni al minuto. Así que claro, ahora la cabeza me funciona como si fuera ella por un lado y yo por otro. Desde pequeño me notaban algo raro y mi madre decía: es que lloró tarde. En la escuela aprendí un poco por detrás de todos, pero aprendí. Mire que letra más bonita, mire: Farmacia, los lunes 15 euros, Panadería, los jueves por la tarde, 10 euros, esta de la panadería siempre da una barra de pan o algo, y mire, mire, esta es la mejor, Academia de baile, jueves sobre la una, 20 euros, pero claro, la limpio bien el espejo que ocupa toda la pared del salón donde bailan las chicas y aquí está usted, cuando le parece y lo que le parece, que es que vamos, buena letra tengo y sé hasta la regla de tres, pero claro ni la mili, ni nada. Yo me digo: tienes que ir al pueblo y la cabeza me dice: tienes que ir al pueblo, a tu casita, porque mire, esta es la llave de mi casa, llego, entro y estoy en mi casa, pero claro me acerco hasta el autobús y me acuerdo de que allí nadie me mira, ni los sobrinos, ni las hermanas que tengo dos y dos cuñados, y dos aquí no se vaya a creer y dos hermanos y dos hermanas en Barcelona, una de las de aquí es jefa de no se qué, en La Paz, y ¿sabe cuanto me queda para hoy?, pues se lo voy a decir: mire, 37 céntimos, dígame a ver cómo un hombre tan grande como yo, se alimenta y duerme en una cama como dios manda, con 37 céntimos. De poco vale que la cabeza me diga: vete a tu casa, vete a tu casa, joder con la cabeza, ¿pero no sabe la cabeza que sólo tengo 37 céntimos? Pues tendré que tener como 30 ó 40 euros para el billete de autobús y lo que siempre se añade, que si la cena para cuando llegue, que si una botella de leche. Pero nada, cuando los tengo, a veces, me meto en un cine y descanso y la película o la veo o no la veo, pero descanso y luego vas para allá, pones una hoguera de nada y ya están los moros que se quieren arrimar al fuego, así que se acabó la hoguerita . Mire que libro más bonito encontré, la biografía de Audrey como yo la llamo, que esta si que era buena, pues lo leo a ratos y siempre leo el periódico y me entero de las cosas. Anoche me metí en Urgencias de la Paz, ya ve, allí por lo menos no paso frío. Pues llegó uno y me dijo: aquí no se puede estar y le dije pero hombre si llevo viniendo casi un año y nadie me ha dicho nada. Aquí no se puede estar y claro no le iba a decir que soy hermano de la jefa de aquí. Pues si me diera usted a cuenta algo. Ve, ¿se da cuenta?, pues con diez euros, capitán general. Me compro un perrito caliente, me lo como en un banco del parque y a mirar a la luna y me digo, joder con la luna, pero si es la misma que en mi pueblo. Lo que no he sido capaz es de encontrar el Camino de Santiago, que llaman la Vía Láctea, aquí con tantos humos, tantos coches, como se va a ver eso. Bueno marcho que la cabeza me dice que usted está a lo suyo ¿Sabe una cosa? Ayer iba por Bravo Murillo tan tranquilo y me dice una señora: eh, buen mozo, que llevas la chaqueta muy arrugada, nos ha jodido, de dormir en los bancos de los parques, me dije, ¿y qué le voy a hacer señora?. Quítatela y espera ahí, que te la bajo cepillada y planchada. Y digo yo, por qué no me invitó a su casa... y me dice siéntate a la mesa que te doy de comer. Pero era buena porque pensó: si va con la chaqueta planchada le darán trabajo o a lo mejor tenía al marido arriba y vete a saber. Bueno, me voy que mañana tengo tres, una en el barrio del Pilar, la Academia de baile de la calle Artistas y otra en Modesto la Fuente. Lo malo es que pasado mañana no tengo ninguna y es viernes. No me dirá usted que no es triste, teniendo, como tengo, la llave de mi casa y bien buena casa que es, que tiene tres habitaciones, la mía con armario de tres cuerpos, con espejo en la puerta del medio y huerto con higuera y parra con uvas de primera. Le dejo pagado un café en el bar, así que ya sabe ¿Voy bien así? Si me viera cuando la cosa está bien, porque ya ve, alto y fuerte soy, aunque no como bien, la verdad, y ni fumo, ni bebo. Si no hubiera llorado tarde, sería como todos. Bueno, marcho.

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