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domingo, 23 de diciembre de 2007

HAIKU PARA UN DOMINGO

HAIKU PARA UN DOMINGO
“Las noches negras
traen presagios de cuervos.
¡Ven, mi ruiseñor!”.

Buenos días, caballo mío ¿Cómo has pasado la noche? ¿Por qué solo has comido la mitad de lo que te puse? Espabílate que nos vamos a la tierra del Teso de Matacabras. Como está tan lejos, te podré contar lo que ha pasado ¡Quieto, no te pongas nervioso, que te limpio las lágrimas secas! ¿Has estado llorando? Tranquilo, ahora te limpio bien. Arre caballo, que cuando termine la faena del campo podrás descansar. Hoy volvemos a medio día. Esta tarde la encineran y se quedará en nada. Una pequeña urna llena de cenizas y huesecillos. La llevarán sus hijas hasta la casa, la pondrán bien visible, tal vez encima del piano y en unos días derramarán los restos de su madre en aquel lugar que ellas saben que le gustaba a la madre muerta. Imagínate, una mujer joven, llena de vitalidad, de fuerzas, de energía, de vida interior, de amor por la belleza, por el Arte, la Música, la Literatura, sus amigos del Circulo de Bellas Artes, sus hijas... Se ha ido para siempre y para siempre dejó el sufrimiento que la asolaba desde hace unos años. La enfermedad fue muy cruel con ella y desde hace tres años que la descubrieron su cáncer de huesos, ha sido casi un grito. El día que llegué a la tertulia del Círculo, no conocía a nadie y la casualidad hizo que me sentara a su lado. Leí un poema y todos se quedaron serios, sin decir nada. Ella dijo: vuelve a leerlo, más despacio, más alto, vocalizando. Lo repetí como ella dijo y al terminar utilizó su palabra mágica: precioso. Añadió: lleno de imágenes. Repásalo, púlelo un poco y te quedará precioso. El año pasado, en noviembre, ganó el Concurso de Poesía y yo quedé finalista. Tuvimos muchas conversaciones y me invitó a su casa, donde los sábados organizaba tertulias con sus mejores amigos. Le dije, en broma, si tienes piano, voy. Y tiene piano. Así que le tuve que decir la verdad. Los fines de semana, por imperativo familiar, no puedo participar en nada. Siempre me avisaba. Ven, si puedes. Cada miércoles, a pesar de los dolores, con muletas, con silla de ruedas, como fuera, ella nunca faltaba a su tertulia. A todos los que leían, decía su palabra mágica de ayuda y ánimo: precioso. A todos nos animaba a seguir trabajando la poesía. Sólo la poesía le quitaba todos los dolores. Ayer me avisaron. Aintzane García Gracia, ha muerto. Ha muerto una compañera que siempre tuvo una sonrisa y una palabra amable para mi. Ha muerto una excelente poeta y buena persona o ¿era de al revés? Arre caballo, que esta vida es un paseo por las nubes de la nada y del todo y todo se reduce a cenizas, que no son nada. Descansa en paz, compañera. Arre, caballo mío.

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