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sábado, 1 de diciembre de 2007

HAIKU PARA UN SÁBADO

"Perlas de rocío
sobre los juncos verdes.
Regalan agua".

Al llegar a casa y mientras desengachaba del carro al caballo, mis hermanas me avisaron de que unos militares me estaban buscando para llevarme con ellos. Me escondí, lo mejor que pude entre los techos de los pajares, porque por nada del mundo iría a la guerra. Aquellos hombres dejaron el aviso de que vendrían a recogerme al anochecer. Mis hermanas metieron en la mochila unas camisas y un pantalón, algo de comida y mi libro de siempre. Mi padre me regaló su navaja barbera y el reloj de bolsillo. Mi madre, llorosa, me dió un gran abrazo ¡Adiós hijo, procura que no te cojan! Mi hermanas lloraban sentadas en el escaño y mi padre me ayudó a preparar el caballo. En las alforjas metió mi mochila y una escopeta de dos cañones, con la que cazaba. Dejas el caballo atado a una encina, justo en la raya de Villamandos y que tengas mucha suerte. Sabes que te esperaremos siempre. Salí por las puertas traseras, evitando pasar cerca de la carretera. Al llegar al lugar convenido, dejé el caballo y cojí mis pertenencias, tan ligeras, y caminando por la oscuridad me adentré en el bosque de encinas. Acurrucado y envuelto en una capa parda, recuperé un poco de aliento y fuerzas. De repente me cayó una lágrima como un misterio. No me había dado tiempo a despedirme de ti.

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