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lunes, 14 de julio de 2008

EN MI PUEBLO NO HAY NEGROS

Por motivos profesionales es mi obligación mirar por lo intereses económicos de mis clientes. Llevábamos tiempo observando, mis colaboradores del despacho y yo, que las cuentas de la Academia de Idiomas no cuadraban del todo. Faltaba dinero que justificar.
Era muy necesario mantener una entrevista urgente con la propietaria y directora de la mencionada Academia.
La llamé para quedar. Prefirió que nos viéramos en un sitio neutral, el restaurante de la última planta de El Corte. El menú era lo de menos, hablaríamos de negocios.
- No lo tomes a mal, pero creo que gastas más de lo que la empresa se puede permitir y como ya habrás visto, de seguir así, puedes terminar el año fiscal en quiebra técnica.
A pesar de llevar varios años en España, a mi clienta no se le quita su acusado acento argentino.
- Vos sabés que siempre soy transparente con mis papeles, pero desde hace casi dos años hay un gasto que no puede figurar en la contabilidad. Habría que ver la forma de que ese gasto fuera una partida más y que se pudiera desgravar.
- ¿A qué gasto te refieres?
- Es muy personal, vos sabés, es un secreto que no se si debo contártelo. Pero, qué carajo, confío en que es una conversación, la nuestra, entre asesor y cliente y por lo tanto, confidencial, que no saldrá de aquí, quiero decir.
- Por supuesto. Entre tu y yo tiene que haber claridad y confianza. El secreto profesional es nuestra base de trabajo.
- O. K. Te cuento: El profesor de inglés y francés es senegalés, está casado, tiene tres niños, más el que viene. No sé cómo, el caso es que estamos manteniendo una relación y desde hace un tiempo me pide dinero en negro, nunca mejor dicho.
- ¿Sois amantes?
- Lo somos. Te contaré algo: En mi país no hay negros, al menos en la parte de la que soy yo. Siempre me sentí atraída por los negros. Desde niña en las películas, la música, el folclore, todo lo que tiene que ver con la cultura, el deporte y muchas otras facetas... lo negro me atraía poderosamente. África es mi pasión, por resumirlo. Me casé con diecinueve años, enamorada hasta las trancas del chavo con el que salía desde los doce, ¿vos te imaginás? Nos casamos con prisas porque estaba embarazada de mi hijo Gustavo, total que por culpa de la situación de mi país, lo vendimos todo y nos vinimos a España. Mi esposo trabaja en una compañía de importación de carne de la Argentina. Gana buena plata y es feliz con su trabajo. Nada más llegar monté la Academia y hace tres años necesité a alguien que hablara perfectamente inglés, francés, italiano..., porque me salió una oportunidad de negocio como traductora. Para ello necesitaba colaboradores que dominaran varios idiomas. Se me ofrece un tío grande como un armario, negro como el betún, que habla cinco idiomas más algún dialecto africano. ¿Vos sabés lo que eso significó para mi? Una aparición celestial. Un ángel negro, ¿qué un ángel?, un dios de ébano, en mi despacho. Negociamos y llegamos a un acuerdo. Su nómina y ya está. 1.150.- euros al mes.
- ¿Y el dinero en negro?
- Se hace tarde para mí. Mañana te cuento.

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