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viernes, 30 de enero de 2009

LA SEÑORA CARVER (XVII)

XVII.- Las bolsas de gelatina.

Nadie sabe la capacidad que nuestro cerebro esconde, el misterio de sus misterios, de sus posibilidades físicas o psiquicas. Los retos, los objetivos, los sueños, las fantasías, los instintos, los obstáculos y los mil meandros que surgen del río, que es nuestra vida, insondables e infinitos.
El poder de la mente, dios mío, no quiero pensar, porque mi mente no es un ejemplo de normalidad, creo que algo tendrá que ver que cuando era pequeño, seis años, fuí operado de algo en la cabeza. Nunca perdoné a mis padres que ocultaran lo que realmente me pasó. Ellos se lo buscaron. No quiero hablar.
Cuando la señora Carver y yo nos repusimos de la gran batalla que supuso el conseguir que la vaca nueva tuviera, felizmente, a su criatura y que los dos nos quedaramos de piedra, lo primero que se nos ocurrió fué comer otra manzana y quedar observando la pareja tan hermosa que hacen la madre y su hija.
La señora Carver levantó el rabo de la ternera para confirmar que era hembra y me miraba, dios cuánta hermosura, me miraba con sus ojos tan grandes, azul marino y brillantes.
- James, ¿Cómo sabías que iba a ser ternera? ¿Cómo conseguíste que volviera a la vida si ya estaba muerta? ¿Quién eres en realidad?
- Señora Carver, soy como todo el mundo, lo que se ve más lo que no, alguien normal.
La señora Carver seguía sin despegarse de mi, casi siempre agarrada a mi brazo o subida en mis piernas. Esta vez era yo el que, de pie, la abrazaba y ella con sus manos en las mías, apoyaba su cara en mi cabeza, a veces me ofrecía la boca entreabierta brindándome su lengua para que la besara. Según le venían los pensamientos, detenía su pasión y la expresaba.
- ¿Te das cuenta con qué ternura mira la vaca a su hija?
- Me doy cuenta ¿La yegüa y las otras vacas tienen nombre?
- No, la mayor es la oscura, le sigue la clara y en cuanto a la yegüa sólo es eso: la yegüa.
- Debería ponérles nombres. Los nombres en los animales son muy importantes. Responden mejor a nuestras órdenes y se comportan mucho más docílmente.
- ¿Cómo te gustaría que se llamaran?
- A la vaca oscura yo la llamaría Macarena, a la clara... Clara, a la ternera Milagritos...
- ¿Y a la yegüa?
- A ella debería llamarla Yerma, porque no se queda preñada, pero, mejor pensado, si fuera mía la pondría... Virginia.
- Pero si no es virgen.
- Ya, pero es como si lo fuera. Estoy completamente seguro de que si la fertliza artificialmente se queda preñada. Es tan especial, tan sensible, que por una especie de transtorno psicológico rechaza al macho, se siente agredida cuando la penetran, por eso no se queda. Con inseminación artificial quedará a la primera, ya que su instinto maternal lo tiene desarrollado más de lo normal. Su yegüa puede llegar a ser una gran madre cada año.
- Parece que tiene lógica lo que dices, cariño mío, quiero decir James. Se llamarán como has dicho.
Nos separamos y entre los dos pusimos alfalfa en los pesebres de los animales y para Milagritos, dejamos un poco de paja para que no se echara sobre el frío cemento. Mientras hacíamos esas labores me fijé en unas cajitas planas sobre las que había unas bolsitas y una especie de granos o semillas.
- ¿Qué continen esas cajitas que tiene diseminadas por el establo y por el pajar?
- Las bolsitas son raticida en forma de gelatina, parecen gominolas y a los ratones les gusta mucho. Lo que parecen semillas es raticida mucho más fuerte para las ratas. Hay temporadas que proliferan demasiado.
- Debería poner alguna de esas cajas en la buhardilla. No estoy seguro pero me parece que hay ratas allá arriba.
- Ven que te enseño el armario, el botiquín, de las medicinas para el ganado, lo que veas que necesites lo puedes coger ¿Qué hora es James?
- Las ocho y diez de la tarde, señora Carver.
- ¿Nos bañamos amor mío?
Raticida en el armario y otras medicinas. Miel sobre hojuelas ¿Quién dijo que puede existir una sociedad sana sin mentes criminales? Si alguien lo dijo había que matarlo y a la señora Carver le quedan..., perdón, a la señora Carver hay que darle su merecido y punto.

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