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viernes, 23 de enero de 2009

LA SEÑORA CARVER (XIV)

XIV.- La novedad.
Sin que nos demos cuenta la vida transcurre en una contínua, e irremediable, transformación. El paso de los segundos infinitos conlleva novedad, lento caminar hacia un horizonte que esconde nuevos horizontes y poco a poco, todo, y nososotros como parte de ese todo, se dirige irremesiblemente, hasta el fín. Así es la naturaleza, así tiene que ser. Lo que nace, crece, se desarrolla y muere sin remedio.
La señora Carver es la novedad, ha cambiado, es otra. Se le ha iluminado el rostro con una sonrisa permanente, tan blanca, tan divina y la contemplo con ternura, con gratitud, complacido hasta el infinito, porque la veo como a la mujer que habitó el territorio de mis sueños desde que tengo uso de razón y comprendí que como hombre necesito a la mujer que me complemente y ella es lo más parecido a lo soñado. Es la diosa desnuda que se me ofrece, la generosidad que da lo que deseo sin necesidad de que lo pida, la amante infinita, la lujuria, el desenfreno, la insospechada satisfacción de poseérla entera. Sólo, algunas veces, surge de las tinieblas de la cordura, la sombra de la realidad y no queda más remedio que poner los pies en el suelo. Habitar en la gloria constante, no es humano. Por eso no debo chupárme la polla yo mismo y darle demasiada importancia, no conviene exagerar.
La señora Carver dice que está en los peores días para desbocárse completamente, que no tiene protección de ningún tipo y que corre mucho peligro de quedarse preñada si la penetro por la vulva, me pide que la comprenda, que no quisiera tener un susto, aunque, por otra parte, no le importaría, pero que ahora no es el momento adecuado.
- ¿Me entiendes lo que quiero decir, James?
- Claro que sí señora Carver, la entiendo perfectamente. No hay problema, siempre nos quedará la imaginación y los otros caminos del cuerpo y del alma, que, como los del Señor, son infinitos. No se preocupe que ya nos arreglaremos de la mejor forma posible para no parar de hacer el amor, aunque sea sin joder.
- Cariño, ¿tienes hambre? ¿qué te gustaría comer?- La señora Carver y yo nos pasamos los segundos infinitos desnudos, abrazados y acostados en la cama, en las alfombras, en el sofá... mirándonos, como el que mira un cuadro de Rubens, acariciándonos y ya nos entendemos más allá de las palabras. Ha comprendido que no me gusta que me llame "cariño", sin que se lo haya dicho, por lo que repite: "¿qué te gustaría comer? y se ríe, aparte de eso que te gusta tanto y que me lleva al paraíso, aparte de eso ¿qué te gustaría comer?".
- Cualquier cosa que no de trabajo en la cocina, señora Carver.
Se levanta de la cama y su desnudez brilla por el sudor, se acerca al baño y vuelve con una toalla que estiende sobre la sábana para que no traspasen hasta el colchón los jugos blancos y espesos que salen de su vagina, antes en gotas y cuando se corre, un chorro, una eyaculación de lava caliente y espesa. Admiro su cuerpo, su rostro tan bello e iluminado por su risa, por su satisfacción, su pelo pelirrojo revuelto, enmarañado, su pubis poblado y salvaje, de pequeños rizos que le cubren casi, los labios tan desarrollados y entreabiertos, como si sonrieran, su clítoris sobresale para demostrar que está dispuesto, siempre erécto, a ser estimulado y llegar a un paroxísmo tras otro.
- ¿Te has dado cuenta?
- ¿De qué, señora Carver?
- Me has convertido en multiorgásmica sin que me hayas penetrado. Antes sólo uno, dos a lo sumo y ahora ya ves ¿Qué hora tienes?
- Las seis y cuarto. A las siete tenemos que bajar al establo, hay que estar pendientes de la vaca.
La señora Carver se acuesta de nuevo y pone su cabeza sobre mi pecho y se entretiene con mi miembro entre sus manos.
- James, ¿sabes una cosa?
- ¿Qué?
- Tengo nombre.
- Lo sé, pero usted para mi siempre será la señora Carver.
La curva de su espalda, sus glúteos y mis dedos mojados dentro de su vulva... ¿Cómo se puede detener el tiempo? pienso, pero por otro lado me vienen ideas sobre raticidas, sobre venenos, sobre alquimias letales... Su boca me eleva al sexto cielo. Me dejo llevar y saca de mi lo que no está en los escritos ¡Pone tanto entusiasmo!

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