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viernes, 3 de abril de 2009

SOPHIE.

VI
Absolutamente decidida acompaño, en el coche, a Sawa mi nueva amiga de enigmas y descubrimientos, mi nueva aventura de riesgos y sorpresas. No pienso más allá de los instantes presentes. Pero mi mente, inevitablemente, se bifurca: tiemblo y disfruto.

Apenas hablamos trivialidades hasta que su voz, sedosa y sensual, tierno susurro, me despierta del letargo: “¿Tienes pensado dónde te lo pondrás?” En la espalda, siete centímetros por debajo de la nuca. “¿Tienes el dibujo?” Saqué la hoja del cuaderno donde estaba el dibujo de la palabra. “Es una palabra”. No, es el dibujo de una palabra. “Ok, tienes razón ¿Eres poeta? Aún no, me gustaría llegar a ser poeta. Asisto a unos Talleres de Poesía y hago prácticas siempre que puedo. La poesía es mi vida y quiero aprender. “Eres una chica muy interesante. Sorprende que te hayas decidido a venir conmigo. Soy negra”. En ti no veo la negritud, veo la belleza. Y su mano se puso en mi pierna. Pensé en retirársela inmediatamente, pero hice lo contrario. Puse mi mano en la suya.

Es hermoso ir en el coche viendo la calle, viendo la vida pasar, mientras la conductora coge mi mano, tan blanca, con la suya tan negra. Nuestras manos enlazadas... las miro tan juntas y me emociona. Se funde el contraste, el yin y el yan, la vida y la muerte ¿Es un símbolo o una premonición?
Sawa me aprieta la mano y yo a ella. También le brillan los ojos y su perfil es perfecto y la adoro como se adora un cuadro de Velázquez o un paisaje de Memorias de África.

“No me mires tanto, me vas a desgastar”. Me gustaría ser fotógrafa e inmortalizarte. “Tu móvil tiene cámara, te dejo que me hagas todas las fotos que quieras; hice modelaje hace muchos años. Me pagaron bien”. No me extraña. Eres una maniquí esmaltada en negro.

“Te contaré algo: Cuando empecé a trabajar en Mango, abrían una nueva tienda en la calle Orense. Tuvimos que encargarnos de prepararlo todo. Un día llegó un camión con unos quince maniquíes. Todos blancos. Me salió del alma y dije: Qué rabia, ni un solo maniquí negro. Me oyó la encargada y me llamó aparte. Tres días después recibimos cinco maniquíes negros”. Me encantan los maniquíes. “Y a mi”.
Sawa... es una maniquí negra y yo blanca como una maniquí blanca y laadoro. Me aprieto las piernas y paso mi mano libre por la frente ¿Tengo algo de fiebre o es que estoy caliente porque estamos en agosto, o, tal vez estoy caliente porque estoy caliente?

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