Photo Sharing and Video Hosting at Photobucket

lunes, 9 de junio de 2008

EL VIAJERO DEL TRAJE GASTADO

El viajero no se separa ni un momento de su maletín de piel, bastante deteriorado, sujeto sobre sus rodillas, bien abrazado, como si contuviera su mejor tesoro. A veces, cierra los ojos como para interiorizar su secreto. Nadie sabrá que ayer salió de la cárcel y que se dirige a un lugar lejano en ninguna parte. El traqueteo del tren le relaja y mucho más que en el compartimento sólo le acompañe un matrimonio de mediana edad. Parece ser que en un par de apeaderos se quedará solo. Baja el ala del sombrero para no ser reconocido y para concentrarse mejor en sus pensamientos. Empieza una nueva vida. Comenzar de cero, lejos, muy lejos de su pasado. Medita más que duerme. Se para el tren y sube gente. Queda poco para que oscurezca y quedarse solo. Quiere fumar y no molestar a nadie. Cuando amanezca estará en su destino. Buscará un hotel barato para dos o tres días, mientras encuentra una habitación alquilada, mucho más económica. Tendrá que mirar los anuncios para buscar trabajo en el muelle o en los edificios de oficinas. Hace tiempo fue vendedor de libros y no le importaría dedicarse a ello, mientras le sale algo mejor. Tendrá dificultades con su pasado, por lo que se ve obligado a pensar varias estrategias y de todas, elegir la mas adecuada, según fluya el viento. No hay problema, le quedan varios billetes y calderilla para quince días, tal vez un mes. El viajero no es feliz, pero podrá serlo, medianamente, en cuanto se quede solo. Una vez, el viajero tuvo casa, coche y esposa. Lo perdió todo por su negra sombra. Malos entendidos enganchados como cerezas en un cesto, no tener dinero para un buen abogado... desencadenaron la tragedia y destrucción de su decente patrimonio y de la mujer que quería. Sería preferible que el pasado quede atrás, a medida que el tren avanza, “que se desgrane y esparza el lastre que me pesa y hunde”. Los viajeros que le acompañan se están poniendo los abrigos y preparan su equipaje, en minutos se irán para siempre. Mejor. Le da el sueño pero se resiste. Las luces se encienden en la ciudad que se dibuja a un kilómetro o menos. La colina está sembrada de casas de poca altura y se adivina una ciudad pequeña y tranquila. La parada es de diez minutos escasos. Por fin se queda solo, enciende con su Zipo Harley Davison un Philips Morris emboquillado, estira las piernas y cuando ya creía que iba a transcurrir su viaje completamente solo, entran dos muchachas con un niño que aparenta año y medio. El traqueteo del tren da señal de que el viaje continúa.... y nace la noche oscura y ácida como boca de lobo.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio