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viernes, 9 de enero de 2009

LA SEÑORA CARVER (X)

La comida.

La vaca nueva, como la llama la señora Carver, no tiene fiebre y parece que el ternero se ha colocado por el buen camino hacia la salida. Para mi es importante que el parto de la vaca se desarrolle sin incidencias porque me parece que en ello me juego un poco bastante mi reputación en la casa donde se spone que viviré tres meses, por lo menos. Pero no puedo dejar de pensar en el presentimiento primero de que el ternero nacería muerto y de algunas otras situaciones envueltas en sangre y muerte. Faltan algo menos de siete horas para que se sepa el fin de la película.
En la casa, ayudo a poner la mesa para comer y no nos entretenemos en muchos rodeos. Dado que los dos teníamos tanta hambre, las patatas con bacalao y unos granos de arroz, estában deliciosas y que teníamos prisa por descansar un poco, el caso es que en unos minutos ya estábamos en el salón sentados en el sofá.
La señora Carver me invitó a un café o una copa. Como nunca tomo café, los dos tomamos un escocés con hielo. Entre el vermuth, el vino tan rico de la comida y ahora el whisky nos sentíamos un poco contentos.
- ¿A qué hora tenemos que dar el bebedizo a la vaca?
- Sobre las cuatro de la tarde, señora Carver.
- Entónces, me acuesto en mi cama para descansar, que madrugué. A las tres y media en punto, si ves que no despierto, me avisas.
- Está bien, mientras tanto subo a mi buhardilla.
Me disponía a salir del salón y dejar a la señora con su intimidad. No me gusta molestar.
- James ¿Me vas a dejar sola? ¿Qué hay de malo en que vengas conmigo?
- Nada señora Carver, si quiere me quedo.
Se dirigió hacia su habitación aunque tocando a la pared o a los muebles que encontraba a su paso. En la estancia se ocupó de cerrar bien los visillos y bajar un poco las persianas para quedar en semi penumbra. Se descalzó y antes de quitárse la camisa se desabrochó el cinturón de piel con hevilla en forma de herradura y se desabotonó los botones de sus Levis 501. Se acostó de costado mirándome... su risa era contagiosa y yo no podía por menos que admirar su cuerpo y atrevimiento, pero como también había bebido lo mío, le reía las gracias y le seguía la corriente.
- No creas que estoy borracha, estoy cansada, preocupada por tanta responsabilidad, pero contenta de no estar tan sola. Ven, ponte a mi lado y no te quedes ahí como un pasmarote. Si me prometes respetárme te cuento una historia rápida y duermo. A la hora convenida me avisas ¿Lo prometes?
- Lo prometo, señora Carver.
Me descalcé y tal como iba vestido me coloqué junto a la señora Carver. Apoyó la cabeza en mi pecho y con los ojos medio cerrados empezó a hablar casi en susurros, como si fuera algo que no quisiera que saliera de mi. "No quiero escandalizárte y mucho menos provocárte. Hago delante de ti lo que haría si estuviera sola. Si te molesta mi actitud me lo dices, pero considero que no hay nada más hermoso que la libertad que uno tiene en su própia casa. Te contaré algo: una vez iba tan tranquila dando un paseo en mi bicicleta recién estrenada. Quería dárme una buena paliza, por lo que pedaleaba lo más fuerte que podía. Al subir una cuesta y llegar a su cima descubrí un paisaje tan hermoso, tan bello, que me quedé extaxíada. Dejé de pedalear y apreté mis muslos contra el sillín de la bici, empecé a notar un gusto, una sensación extraña y placentera que me gustaba especialmente, así que mantuve esa posición, las emociones iban en aumento, in crescendo, más y más. Al finalizar el rápido descenso llegué a una sombra de chopos, me detuve, con las manos en el manillar y mirando a las nubes seguí apretando y moviendo suavemente mi culo y frotando mi pubis contra el sillín. No podía más y me vino una descarga interna que jamás se ha vuelto a repetir. Dejé a un lado la bicicleta y me miré las bragas. Estába completamente mojada y de mi sexo caían gotas blancas y pegajosas. Como pude me informé y parece que había tenido un orgasmo con eyaculación. Tenía once años. Poco después me bajó la regla y millones de veces he vuelto a hacer el mismo recorrido con mi bicicleta procurando que se repitiera la sensación. No he tenido suerte, pero lo sigo intentando cada vez que puedo. Fué increible. Procuro pensar en mis pequeñas historias cuando estoy preocupada y triste. Mi vida es un invernadero decorado con losas de hielo y estiércol y me tengo que agarrar a esos detalles insignificantes, pero no tanto, para poder ir tirando y si te digo la verdad, por otra parte, mi vida es maravillosa y más que lo va a ser a partir de ahora. ¡Ya! Media hora de dormir o me vuelvo loca. Una pregunta: ¿Será ternero o ternera?
- Ternera, sin duda.
- Vale.
Se quedó dormida de forma automática. Cerré los ojos y traté de no pensar, de relajárme y dar tiempo a que pasara la media hora convenida. Mientras descansaba me venían mil pensamientos entrecruzados por lo que preferí seleccionar mis própios recuerdos. También he vivido mis luces y sombras, aunque si soy sincero en éstos momentos pienso que de buena gana estraungulaba a la dichosa señora Carver ¿Por qué soporto ésta tortura o es un placer? Debería cogérla por el cuello y apretar y apretar y apretar.¿Con o sin almohada?

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