MINI RELATOS MINI.
1.-
Vino a la puerta de mi casa con su carrito amarillo a traer un reembolso. Mientras firmaba donde me dijo, se agachó y pude ver sus divinos senos. “Este no es el mío”. Se agachó otra vez y durante segundos inolvidables, buscó para darme otro de los paquetes. “Este tampoco es”. Se volvió a agachar. Sus senos eran maravillosos y estaban ante mi. Mientras buscaba y buscaba, disfrutaba del espectáculo más hermoso visto jamás. Tuve que reconocer que mi paquete era el que primero me había ofrecido. No hubo forma de ver sus pezones.
2.-
Se sentó en el asiento de enfrente de mi. Su falda se subía y subía. Pensé que estaría bonito ver de qué color las lleva. Se puso a leer un libro y ante mi tenía los muslos y piernas más espectaculares vistos jamás. Pareció darse cuenta de que la miraba, así que cruzó sus piernas a cámara lenta, lentísima. Blancas como la nieve.
3.-
Vino tan guapa, tan sonriente... Me dijo eso tan raro de: “te quiero”. Quedé seco, petrificado y lo único que se me ocurrió decir fue: “Y a ti... ¿quién te ha dado permiso?”
Vino a la puerta de mi casa con su carrito amarillo a traer un reembolso. Mientras firmaba donde me dijo, se agachó y pude ver sus divinos senos. “Este no es el mío”. Se agachó otra vez y durante segundos inolvidables, buscó para darme otro de los paquetes. “Este tampoco es”. Se volvió a agachar. Sus senos eran maravillosos y estaban ante mi. Mientras buscaba y buscaba, disfrutaba del espectáculo más hermoso visto jamás. Tuve que reconocer que mi paquete era el que primero me había ofrecido. No hubo forma de ver sus pezones.
2.-
Se sentó en el asiento de enfrente de mi. Su falda se subía y subía. Pensé que estaría bonito ver de qué color las lleva. Se puso a leer un libro y ante mi tenía los muslos y piernas más espectaculares vistos jamás. Pareció darse cuenta de que la miraba, así que cruzó sus piernas a cámara lenta, lentísima. Blancas como la nieve.
3.-
Vino tan guapa, tan sonriente... Me dijo eso tan raro de: “te quiero”. Quedé seco, petrificado y lo único que se me ocurrió decir fue: “Y a ti... ¿quién te ha dado permiso?”
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