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miércoles, 15 de julio de 2009

PRAXILA Y TEA (V)

V
- Mi padre, papá, como yo le llamaba, era Historiador especializado en Historia Antigua, sobre todo en Arte y Literatura Clásica Griega. Fue catedrático en Berlín y cuando mi hermano tenía cuatro años y yo dos, le destinaron como agregado cultural a la Embajada Alemana en Moscú. Así que viví en Moscú desde los dos hasta los doce años .
En esa época mi padre se destacó como poeta y articulista en revistas literarias del ámbito germano. Por asuntos políticos fue destituido de sus cargos y privilegios y tuvo que pedir la excedencia definitiva y en unas vacaciones en Torremolinos, se enamoró de España y aquí me tienes. Española, con doble nacionalidad, porque me interesa tener la puerta abierta en instituciones culturales alemanas, por razones empresariales.
Papá mandaba poemas y artículos de crítica literaria, pero se los rechazaban una y otra vez. Cayó en una profunda depresión y un domingo de Resurrección de hace tres años, papá, que seguía viviendo en Torremolinos, junto a mi madre, se metió en el mar y caminando, caminando, se introdujo tanto, que su cadáver apareció flotando tres millas mar adentro.
Cuando le preguntaba a mi madre qué quería decir mi nombre, respondía: que te lo explique tu padre que fue idea suya y me acercaba a mi padre y le decía papá ¿Por que me llamo así y qué significa? y él siempre me respondía que cuando fuera mayor me daría todos los detalles.
El domingo de Ramos, es decir justo una semana antes de que se suicidara, les llamé a casa por teléfono para preguntar por cómo se encontraban. Mi madre estaba triste y preocupada porque mi padre, de repente pasó de estar postrado sin hablar, sin casi comer, a una explosión de hiperactividad. Llevaba unos días contento, cantaba, tocaba la guitarra y escribía y pintaba cuadros, acuarelas y óleos, con frenesí, su otra vocación, y le dije a mi madre que le llamara, que quería hablar con él y cuando se puso, aquél hombre, papá, había vuelto a ser el padre que recordaba cuando era tan feliz en Moscú. Me dijo contento, entusiasmado, jubiloso: Praxila, hija mía, ya se que habrás investigado por tu cuenta y que ya no te interesa que tu padre te cuente lo que significa tu nombre y entonces, fulminantemente, en ese preciso instante, mi padre se volvió a derrumbar y sólo le entendí, entre lágrimas: Praxila era... y se cortó la comunicación.
Volví a llamar y mi madre dijo que papá había ido, apresurado, con dos libros en la mano, en dirección a la playa. Mi madre no le dio importancia, porque lo hacía con frecuencia. Papá se murió voluntariamente sin contarme qué significa mi nombre, no por mi nombre, si no el significado que para él, como persona de sensibilidad artística extraordinaria, significaba. Esa es una de las muchas espinas que tengo clavadas en lo más adentro de mi corazón. Mi fachada tan así, tan de mujer que se come el mundo, esconde unos sótanos y unos habitáculos llenos de inmundicia y terror emocional. Si yo te contara... pero no quiero llorar. La llorona eres tu ¿Ves? Ya está llorando... Sube y no llores.
- Subo, pero no me metas los dedos. Praxila, amor mío, es una historia terrible.
- Lo es...
- ¿Tienes hijos?
- Tres, como tu, pero no son míos. Soy madrastra de tres niños, ya mayores. Me casé con un hombre bueno que se quedó viudo al cargo tres niños, alumnos de la escuela donde yo era profesora de inglés y alemán. Cuando me casé con él ya estaba preñada, pero aborté a los cuatro meses. Dos años después volví a quedarme, aunque el segundo era de un amante furtivo y yo estaba muy ilusionada porque creía que lo podría parir sin problemas, pero al tercer mes volví a abortar.
- ¿Tu marido lo sabía?
- Se lo pensaba decir cuando estuviera cerca del parto, como no lo hubo, no se enterará. Mi amante era un emigrante de Namibia que llegó en una patera y al que ayudé a esconder durante unos meses hasta que conseguí sus papeles. Cuando tuve el aborto, se fue a París donde trabaja en el servicio de limpieza, como el taxista cuando estaba de emigrante en Alemania. No se si te das cuenta de lo que significa todo. No existe el azar. Existe la vida y la vida es maravillosa, como lo es que tu y yo estemos juntas ahora.
- Praxila
- ¿Qué?
- ¿Me quieres?
- Yo qué se. Vamos a la calle que Madrid nos está esperando y no me rayes preguntando evidencias.

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