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domingo, 8 de noviembre de 2009

LA BRUJITA DE HALLOWEN.

I
A la una de la tarde del viernes de Halowen, Sofía la mamá de Marta, la niña más guapa y lista del colegio, fue a recogerla para llevarla a comer a casa.
El día era soleado y la niña y su mamá regresaban en animada conversación:
- ¿Sabes una cosa, mi niña?
- No mamá, dímela tu.
- Que papá y mamá nos vamos de viaje todo el finde.
- Qué guay y... ¿a dónde vais esta vez?
- A París, cariño. Mamá y papá necesitamos un finde de mucho ver y de mucho hablar.
- Jo, qué morro, yo también quiero ir.
- Cuando seas mayor, cariño.
- Si ya soy mayor, para Abril cumplo cuatro añazos, así que...
- Eres muy pequeña aún, cielo mío.
- Soy muy pequeña para unas cosas y muy mayor para otras. Según os convenga a vosotros, no te digo. Pues vaya rollo y ahora... ¿quién me lleva a mi a la fiesta de Hallowen con mis amiguitos? Porque he quedado con Pablo, con Javier, con Kevin y con las niñas, claro. Así que se siente, me tenéis que llevar.
- Claro que si, mi niña. Cuando terminemos de comer te llevamos a casa de los abuelitos y mañana tempranito te disfrazan y te llevan al Colegio ¿Te parece bien, mi vida?
- Jo... como no puedo elegir, pues qué remedio. Lo que vosotros digáis.
- Así me gusta cariño mío, que lo comprendas ¿De qué quieres disfrazarte?
- De bruja, quiero ir de Bruja Peruja. Me lo voy a pasar... monda lironda.
En casa, les esperaba impaciente y con prisas, José Carlos, el papá de Marta. Los tres comieron a la carrera y mientras comían, Marta dijo:
- ¿Sabéis una cosa?
- ¿Qué, cariño?
- Os voy a echar mucho de menos. Incluso ahora ya os echo de menos. Volver pronto, por favor.
Los papás de Marta se miraron a los ojos y no pudieron reprimir la emoción. Se besaron en los labios y casi a la par dijeron:
- Mi niña, no sabes tu bien lo que te estamos echando de menos papá y mamá, porque te queremos con toda nuestra alma, con toda nuestra vida. Ven cariño y abraza a papá y luego a mi, amor de niña, la más guapa y más lista del mundo. Un besito, pero límpiate el tomate de los macarrones que llevas en los morros, que nos vas a poner perdidos.

II
La señora Rosalía, la abuelita de Marta, le dijo a la dependienta de la tienda de disfraces: "Ponla de bruja, que no ha parado, en toda la tarde y en toda la noche, de decir que ella quiere ir de Bruja Peruja".
Cuando salían a la calle, la niña, se miró en el espejo del escaparate. Miró y miró y mirando para arriba a su abuela dijo:
- Pero abuelita, que se te ha olvidado lo más importante.
La señora Rosalía no podía entender qué era lo que se le había olvidado.
- ¡La escoba, abuelita! ¡La escoba! ¡Se te ha olvidado comprarme la escoba!
De vuelta a la tienda, la niña vestida de bruja y la abuela apurada porque se llega la hora enseguida, entra en la tienda y pide una escoba. Una escoba para una bruja niña. "No quedan. Se han agotado. Lo siento".
- Ya has oído Martita. Se han agotado.
- Pues yo no voy. Sin escoba yo no voy.
En la calle la abuela trataba de arrastrar, casi literalmente, a su nieta de bruja.
- Vamos, que llegamos tarde.
- No voy, si no hay escoba no voy ¿Cómo va a existir una bruja sin escoba? ¿Es que no lo entiendes abuelita? Las brujas sin escoba, no son brujas. Si no hay escoba no entro en el colegio.
- Vamos, cariño. No me des este disgusto, eres la bruja más bonita del mundo, la más preciosa de todas, vamos por favor, no me hagas enfadar.
- Pues enfádate si quieres, pero sin escoba yo no voy.
Otra niña un poco mayor que Marta y del mismo colegio, también iba vestida de bruja y llevaba una escoba que ya le quedaba pequeña. Al ver lo que estaba padeciendo la abuela de Marta, la niña un poco mayor, de nombre María, le dijo a Marta:
- Toma, mi escoba para ti. Yo ya no la necesito, te la regalo.
- ¿De verdad, me la regalas, María?
- De verdad. No la necesito porque para el próximo año ya seré algo mayor y me disfrazaré de vampira.
Las dos abuelas iban hablando entre ellas y las niñas tan contentas entraron en el colegio a celebrar su Gran Fiesta de Hallowen. Al pasar delante de un espejo Marta se miró y levantando la escoba en el aire con voz de auténtica bruja, de esas voces que dan mucho miedo, dijo:
- Mirárme, mirárme todos. Os voy a comer las tripas y a daros escobazos en el culo para que os enteréis de quién es la Bruja Peruja, la mayor bruja del mundo... ¿Lo hago bien abuelita?
- Muy bien hija, muy bien.
- Qué pena que no estén aquí papá y mamá para que me vean. Qué suerte tuve con la escoba de María. A María no pienso olvidarla mientras viva y yo voy a regalar cosas a todo el que las necesite.
La fiesta fue todo un éxito y colorín colorado, este cuento, no es un cuento, es la verdad que yo vi en una niña que lloraba por una escoba. Es una historia no inventada.
FIN

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