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sábado, 31 de octubre de 2009

Los que vienen, llegarán.

Mientras la pequeña Lena caminaba hacia la casa de su amiga, Leo la Artista, pensaba que estaba actuando correctamente, aunque fuera en contra de su auténtica voluntad, porque admitía que era mucho mejor dejarse llevar por la fuerza magnética del deseo, que atrincherarse en casa, sola, y llorar toda la noche por no haber ido.
Es decir, Lena pensaba que era mejor ir a favor de corriente que en contra, que estaba bajo el influjo del calor insoportable de agosto que la estaba envenenando de erotismo y sensualidad. Que ese calor tan sofocante era el que la estaba descubriendo la parte de mujer que tenía oculta y la gustaba y a la vez la amargaba, como amargan las almendras amargas y sin embargo, se comen y saben tan ricas.
Cuando llegó a la puerta de la casa de su amiga, no hizo falta tocar el timbre porque ya estaba esperando con la puerta abierta. En el momento en el que se volvieron a encontrar, nada más traspasar la puerta, la pequeña Lena no pudo evitar dar un abrazo, emocionado, a su amiga.
- Amor mío, estaba deseando, con toda mi alma, estar contigo. Abrázame fuerte.
- Mi pequeña Lena, eres toda ternura, toda generosidad, abrázate a mi y no tengas miedo. Deja que fluyan tus sentimientos y tus deseos. Esta noche trata de ser la mujer más feliz de la tierra, que voy a procurar que lo consigas, para así, serlo yo también. Como habrás visto, he duplicado el precio de mis cuadros con la idea de hacer un descuento especial a los que compren esta noche. Tengo que cambiar las etiquetas de cada cuadro y mientras lo hago, te puedes encargar de ir colocando los platos con la comida en la mesa, que ya están preparados y en media hora lo tendremos listo, la otra media hora la dedicaremos a vestirnos y a ponernos bien guapas. Esta noche será inolvidable para las dos ¿Quieres?
- Si, mi amor. Te ayudaré en todo lo que me digas. Aún tienes las cadenas de plata, con las anillas, puestas.
- Claro, siempre que puedo las pongo para ir tirando de mis pezones y de mis labios mayores. Necesito estar sintiendo para poder crear. Esta noche, para la fiesta, me pondré las cadenas de oro y tu, u otra mujer, tirará de ellas. Es una necesidad, no es un vicio.
- Deja que te bese y te coma un poco. Lo necesito.
- Hazlo despacio y paras cuando te avise de que me viene. Quiero estar excitada, sin orgasmos, hasta el final de la noche.
- Si mi amor, cinco minutos solo.
En la Sala Galería de Arte Privada de la Artista Leo, habían colocado una mesa larga, que con un mantel de lino blanco, y llena de platos con comida de picar, muy variada y calidad, junto a las copas y a las botellas de bebida, bien dispuesto, aventuraba que a los invitados nos le iba a faltar ni de comer, ni de beber abundantemente.
- Te voy a ha hacer un regalo, espera en la cocina. Ahora vengo.
La pequeña Lena se quedó sola y le apetecía fumar un cigarrillo, pero se reprimió. Tiró del tirador de uno de los cajones y se encontró con un tóner de HP junto un papel escondidos. Lo cogió y resultó ser una factura de una tienda de informática. Leo había comprado dos tóner de impresora hacía ocho días. “Me llamó diciendo que no tenía tóner y tiene”, pensó la pequeña Lena.
- Cierra los ojos y abre la boca.
- Por dios Leo, qué beso más intenso nos hemos dado. Casi me dejas muerta, me faltaba aire ¿Qué es?
- Pruébatela. Es una de mis blusas preferidas de hace unos años. Es de seda y ya no la uso. Toma es para que la pongas cuando estés conmigo. Su transparencia me excitará.
- Me queda muy grande, pero es preciosa, qué color más bonito y qué tacto. Me la voy a poner ahora mismo.
La camisa de seda, casi transparente, de color azul klein, y dos tallas más grande que las que usa la pequeña Lena, le queda como si fuera un blusón. Su desnudez con esa blusa se hace doblemente sensual.
- Ven, dame la mano. Verás mi habitación. Esta parte de la casa es privada y sólo entran personas muy entrañables para mi. Tu ya eres una de esas personas.
- ¡Qué maravilla de habitación! Esta cama es para tres o cuatro, esos cuadros, esas lámparas, esos espejos... y por esa puerta...
- Se entra al baño ¿Te das cuenta qué maravilla? Lo diseñó mi marido y lo decoramos entre los dos, la verdad es que estamos encantados. Tenemos quince minutos de jakuzzi y los vamos a aprovechar. Cielo... estás muy húmeda, no va a quedar más remedio que...
- Sólo tacto, solo lengua, por favor, quiero sentir el placer del placer previo al placer, no quiero llegar.
El tiempo es tan importante en la vida, que las dos amigas, sobre todo a iniciativa de Leo, estaba programado al minuto. Se secaron bien, mutuamente, y procedieron al maquillaje y ante el espejo, las dos juntas, se arreglaron sin exceso. La una junta a la otra en el espejo, parecían una ele y una i.
Leo se puso un vestido de satén rojo, color burdeos, con mucho escote en la espalda, casi hasta donde empieza a perder su honorable nombre y sin sujetador, y con las cadenas de oro y sus anillas bien ensartadas en sus extremos. Añadió otra cadenita en la cintura y otra más en el tobillo derecho. En las muñecas, ni reloj ni pulseras. En el cuello una gargantilla de perlas negras y unos zapatos acharolados negros de medio tacón.
Lena se puso su vestido negro de tirantes y Leo la aconsejó que no se pusiera ni sujetador ni tanga porque se le notaban demasiado las costuras. Era mejor no llevar nada debajo.
Cuando terminaron de vestirse y se miraban al espejo, se dieron cuenta, atónitas, de que por el azar, por la casualidad, o por lo que fuera, iban vestidas de forma antagónica. Donde una lleva rojo, la otra negro y viceversa. Curiosamente coinciden hasta el tono y el matiz de los colores. Lena no pudo por menos que sentir un estremecimiento ¿Por qué pasan estas cosas? ¿Por qué estaba encantada de ser infeliz ante tanta felicidad?
- ¿Qué hora es, mi pequeña Lena?
- Las nueve menos cinco.
- Esta bien. A partir de ahora tienes que mostrarte como si fueras mi alumna y colaboradora. No des a entender que hay algo entre nosotras. En la mesa pequeña están los folios que me imprimiste para que se enteren de los cuadros y también tienen los impresos con la cuenta corriente donde pueden hacer el pago. Vendrá gente muy importante, por favor mi pequeña Lena, muéstrate generosa en los comentarios y en las actitudes. Me encanta verte tan guapa y saber que no llevas nada debajo Se te notan algo las aureolas y si dejas un centímetro caer tus tirantes, se te verán del todo. Eres tan excitante en tu casi adolescencia...
- Si y a ti los pezones y las cadenas también se evidencian... ¿Me dejarás que tire de ellas?
- Puede que si o que no. Ya se verá. No viene nadie y ya son y cinco por lo menos.
- Y diez, amor mío.
- No viene nadie.
- Ya vendrán amor mío, ya vendrán. Los que vienen, llegarán.

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