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martes, 19 de mayo de 2009

SE NOS MUERE EL PADRE

El andariego tiene dudas sobre cómo hacerse llamar. Mientras la bicicleta rodaba y rodaba, tomó la decisión de llamarse “El Viajante”. Lo de buhonero no encaja exactamente con su actividad.
El primer pueblo en el que hace parada se llama Villaalgo. No hay un alma por la calle, por lo que deduce que todos están dentro. Un ligero viento hace estremecer o tal vez sea que es la primera vez que se dispone a trabajar en serio.
Llama a la puerta de la casa primera de la Calle Ancha, levanta el picaporte y abre casi gritando.
- Señoraaaaaaaaaaaaaa “El viajante”.
- No queremos nada.
- Gracias señora, para otra vez será.
Segunda puerta de la Calle Ancha.
- Señoraaaaaaaa “El Viajante”.
- ¿Qué lleva usted?
- Un poco de todo ¿Qué necesita?
Salen hasta la puerta dos hermanas tristes.
- Se nos muere el padre. De esta noche no pasa. - Dice la más mayor-
- ¿Tiene camisas y chaquetas? Es que no tiene, el pobre hombre, ni una camisa en condiciones para la mortaja.
- Tengo camisas. Chaquetas no.
- ¿Cómo le vamos a enterrar sin camisa y chaqueta decente? - Comenta la que tiene menos años.
- Se me acaba de ocurrir que es fácil, muchachas. Os vendo la que llevo puesta que la compré ayer en Benavente, con camisa blanca a estrenar y una corbata azul marino, quedará hecho un primor.
- ¿Cuánto costará todo?
- No os preocupéis, vendo al mejor precio que hay. Cien la camisa, seis la corbata y la chaqueta, que llevo puesta, ochocientas del ala.
- Pues vale, denos unos calcetines, un pañuelo y alguna otra cosa hasta completar las mil pesetas.
- Eso está hecho en un periquete. Por cierto ¿Saben donde podría pasar unos días y unas noches?
- Aquí mismo. Si se muere el padre podrá dormir en la cama de matrimonio. La madre murió cuando éramos pequeñas.
-Aquí tenéis lo que hemos quedado. Voy a seguir picando puertas a ver si se me da bien.
- No deje de venir por si se muere el padre o no.
- Descuidar. Al oscurecer aquí estaré.
- ¿Cómo te llamas, buen hombre?
- Abel, me llamo Abel “El viajante”.
El andariego mandó un giro de mil pesetas a casa. En tres meses he de liquidar la deuda más el precio de la Orbea, pensó. Mejor que estén contentos con el hijo que se les fue.

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