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viernes, 1 de enero de 2010

VI.- Nuestros ojos se encontraron.

Me confortaba saber que, a nada que tuviera suerte, y que no se torciera mi propósito, tengo conseguida la tranquilidad financiera para el mes de Febrero, de Marzo, de Abril y de Mayo. Mis letras y el resto de los pagos que se produzcan durante esos meses podrán ser atendidos y ganar para comprar un buen local. Tranquilidad en esa parcela de pensamiento, si lo materializo, por lo tanto, tendré más tiempo de estar, o al menos pensar en Él, con mi amor, mi verdadero amor: el hombre desconocido, señor Armando.
No me preocupa reconocer que siento placidez de espíritu y excitación sólo por pensar en cómo serán sus besos, sus manos, su... ¡dios!. Estar enamorada, sentir el fluir permanente del pensamiento absoluto en una persona, es de lo más fértil y placentero que existe a pesar del tormento de no tenerle. Si de paso, consigo que Patro me admita como decoradora y contratista para la obra de reforma de su piso, habré avanzado en mi propósito de estabilizar y fortalecer la imagen de mi pequeña empresa. Tendré que andar fina en mis observaciones y ser más lista que el hambre para que se lleve a cabo, con éxito, mi pretensión verdadera: ser contratada y además informada de cómo encontrarle y poseerle.
No puedo estar quieta en ninguna parte, soy nervio, actividad imparable. De alguna manera, tengo prisa y trato de colaborar. En la cocina ayudo a preparar las cosas que hemos de comer y en pocos minutos ya estábamos sentadas en la mesa del comedor. Patro encendió dos velas y con una alegría inusitada comíamos los espárragos, las gambas, los langostinos, los percebes, las tres ostras cada una y mientras tanto, nuestras copas de vino no paraban de llenarse y vaciarse. Para cuando llegó la carne ya no teníamos hambre y la botella de vino de Ribera del Duero había sido consumida. Abrimos la segunda.
Dábamos por hecho que, al contrario de lo que sería normal, éramos dos mujeres felices de saber que estamos enamoradas, o ilusionadas, del mismo hombre y no nos importaría, consciente o inconscientemente, compartir el amor del hombre que nos había seducido, sin seducirnos ¿Era así realmente? No sé. Sólo se que me sentía inundada por una sensación nueva e insólita. Mi amiga no era mi enemiga por el hecho de que amara al hombre que yo también amaba.
- No me has dicho a qué te dedicas, Patricia.
- Es que no me lo has preguntado.
- Tienes pinta de ejecutiva de un Banco o de un Ministerio, economista o algo parecido.
- No has acertado. Soy decoradora y contratista de obras menores, ya sabes, reformas de locales comerciales, oficinas, pisos, garajes, lo que se llama pequeña obra. Electricidad, fontanería, protección contra incendios. Muchas cosas que se reducen a dos: Decoración y Reformas Patty.
- No me digas. Entonces puedes hacer un proyecto para la reforma de mi piso, para la librería y la reparación de la piscina del chalet de Campello. Necesito los presupuestos en cuanto antes para saber de cuanto dinero estamos hablando..
- Podrías tenerlos antes de diez o quince días a partir de tu confirmación.
- Te lo confirmo ahora, cariño. Para que lo haga otro, lo haces tu. Además, en este edificio, dos vecinas, muy amigas, me han dicho que cuando sepa de una buena empresa de Reformas que se lo diga, que ellas también están pensando reformar los baños y la cocina, por lo menos ¿Te has fijado como llueve ahora? Pobre Armando. Seguro que no tiene ni paraguas. El otro día estaba empapado. Llevaba agua en los zapatos y el traje perdido, el abrigo arrugado y parecía más viejo de lo que es. Le dije que se cuidara mucho, que este agua es nieve y si coge un enfriamiento puede enfermar. No quiero ni pensar en lo que debe estar sufriendo. Le ofrecí que se quedara aquí, conmigo, por lo menos hasta que pasen los Reyes. Se lo dije de corazón, sin pensar en más, pero no quiso. Contestó que tiene su dignidad y que no necesita la caridad de nadie, que se defenderá como pueda por sus medios. Y fíjate cómo llueve, estará aterido de frío en cualquier parte. Me da una pena tan grande que no puedo por menos que llorar. Si tu supieras cómo le siento dentro ¿Te pasa a ti lo mismo?
- Por favor, no llores. También he pensado, incluso demasiado. Anoche me emborraché para olvidar que le pienso, a pesar de que sólo se que es atractivo, educado, culto, elegante, distinto incluso estando tan en precario como está.
- ¿Te emborrachaste pensando, para no pensar en él?
- Si. Y empecé a fumar tratando de hacerlo como lo hace Él.
- ¿Sabes lo que hice yo para no volverme loca de tanto desearle?
- ¿Qué?
- Me lo hice tres veces a lo largo de la noche y él era el que me poseía.
- ¿De verdad?
- Te lo juro.
- ¿Esta tarde vamos a buscarle?
- No. Aparecerá en cualquier momento. Si le buscamos no vendrá. Es mejor que venga él. Sabe que aquí me tiene y sabe que tu le regalaste tabaco. La mejor forma de encontrarle es no buscándole. Si buscas una moneda en la calle no aparecerá, si no buscas puedes encontrar varias el mismo día ¿Sabes una cosa, Patri?
- ¿Qué?
- Tenemos que querernos para que le amemos más y más. Nuestro amor por él se incrementará si nosotras nos amamos. Quiéreme a mi y yo te querré para quererle más, infinitamente amarnos para amarle más y más.
Y me cogió de la mano y lo que parece sencillo de describir no se puede hacer si antes no se ha sentido y no hay lágrimas bastantes ni comparables a las que lloran dos mujeres de la mano, sufriendo por el que no está, el que falta. Y nuestros ojos se encontraron y nos gustó.

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