VII.- Tal vez resbale la Harley Davison.
Las litografías, las láminas, los tres óleos de firma, los innumerables libros, la colección de conchas, caracolas, caballitos y estrellas de mar, las acuarelas de bahías de Ibiza y Formentera, la Luna reflejada en el agua, en una foto preciosa, enmarcada junto con un poema y al acercarme, comprobar que lo firma Patrocino Navarro, y yo esperando a que vuelva con un vaso de coca cola con mucho hielo y tratar de ser fácil, de no oponer resistencia.
- ¿Sabes cuántos libros tienes?- Cerca de seis mil. En la casa de la playa hay más del doble que aquí. Mi marido era coleccionista de libros, de discos y de películas, de cajitas metálicas, de sellos, por supuesto, de cajas de cerillas, de sobres de azúcar, de llaves de puertas viejas de los pueblos, de tantas y tantas cosas. Tenemos una buena colección de puñales árabes y otra de abanicos japoneses. La mayoría está en Campello, o lo tendré que llevar. Aquí, que quede lo imprescindible. Quiero una casa minimalista, blanca y marrón japonés.
- Me apetece un cigarrillo ¿Fumas?- Fumaba mucho. Una noche mi marido y yo, que consumíamos Marlboro rojo, nos quedamos sin tabaco y eran las dos de la mañana. Bajamos a la calle, cogimos el coche y fuimos a la gasolinera de Doctor Esquerdo. Nos dijeron que se les había agotado el que queríamos. Llamaron a la gasolinera de Ríos Rosas para confirmar que allí les quedaba Marlboro rojo. Llegamos y ya no tenían, pero llamaron a la gasolinera de Ciudad de Barcelona y allí nos reservaron dos paquetes, uno para cada uno. Cuando llegamos a casa, encendimos un cigarrillo y eran las tres y media de la mañana y a las siete tenía que estar mi marido en la calle. En aquella época yo trabajaba como bibliotecaria en el Museo del Ejército y entraba a las ocho en punto. Mientras fumábamos ese cigarrillo, nos miramos a los ojos y sin decir palabra, los apagamos, insisto, sin decir palabra, dejamos de fumar para siempre. Comprendimos que éramos esclavos de un vicio. Lo curioso fue que ninguno de los dos sufrimos síndrome de abstinencia. Ese detalle nos sirvió para otras decisiones importantes y para confirmar, una vez más, que si se quiere, se puede. Si tu ojo derecho te hace daño arráncatelo.
- Esta coca cola me vendrá bien para despejar el puntito que he cogido.- Y a mi este chupito para dormir la siesta y mi relax para después tocar el piano.
- El cuadro con la foto de la luna y el poema es precioso ¿La foto también es tuya?
- Si. Soy fotógrafa y escribo algo. Aún no nos conocemos, cariño ¿Fumamos ese cigarro?
- No, ya no. Te regalo el paquete que había traído para el señor desconocido, si le ves, se lo das, o lo fumas tu, haz lo que te parezca. Esta es mi tarjeta del trabajo. Cuando quieras me llamas y quedamos para lo de las reformas. Muchas gracias por la comida y por todo. Me voy ahora mismo ¿Te has dado cuenta de cómo llueve? Tiene que estar aterido de frío en cualquier soportal, o debajo de un árbol, tiene que estar empapado y si sigue lloviendo de esta forma, caerá enfermo. Adiós, Patro. No lo puedo soportar.
- ¿Te vas y me dejas así?- Si. Voy a burcárle.
- Antes de que te vayas me gustaría que abrieras ese armario. Ese que está en la terraza acristalada. Ábrelo, por favor.
- ¿Qué es esto, Patro?- Ya lo ves. Son dos monos de motorista y dos cascos. En el garaje tengo un BMW y una Harley Davison. Cuando escampe un poco, cogemos la moto y damos una vuelta por el barrio, si no le vemos seguimos por la carretera de Burgos hasta una nave donde podré enseñarte algo muy importante. Tu decides.
- Me dan miedo las motos.- Y a mi me da miedo y asco vivir esta mierda de vida. Con la Harley me siento libre, aunque corra el peligro de matarme. Pero tranquila, soy muy buena con las motos y será un bonito paseo. En hora y cuarto estamos en la calle. Ven conmigo y acuéstate mientras duermo y vigila para que nadie me haga daño, o vete y ya te llamaré. El hombre desconocido no vive en la calle Atocha. He preguntado por él en todos los hoteles y pensiones y no está. Nadie le conoce ni le ha visto. Pero seguiremos buscando si es lo que quieres.
- ¿Le has buscado?- Si. Le he buscado y me duele tanto o más que a ti el que llueva tanto y haga este frío. Pero nosotras estamos aquí. Nosotras estamos juntas, si te vas también me dejarás sola.
- “Quedas plana y temblorosa/ en la planicie del agua. Mi luna sonriente/ que cada noche me llama” ¿Me vas a volver loca?- Loca como no te imaginas. Has aprendido los versos de mi cuadro a la Luna. Vete si lo deseas, vete. Si te hago daño, arráncame.
- ¿Ese mono de motorista será de mi talla? ¿Te tendré que abrazar por detrás?- Es de tu talla porque mides lo mismo que mi marido. Uno setenta y siete. Cuando estoy a tu lado y te miro a los ojos, te veo a la misma altura que le veía a él. Si te quisiera besar me tendría que poner de puntillas porque yo mido uno sesenta y ocho. Quítate los zapatos y ven conmigo.
En la calle siguen llorando las nubes y yo por dentro, de impotencia y contradicción. Tal vez resbale la Harley Davison.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio