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viernes, 4 de mayo de 2007

EL GRAN SILENCIO

Los sentimientos y sensaciones que sentí al ver la película “El Gran Silencio” de Philip Gröning, no son fáciles de transcribir. Por eso es mejor que copie literalmente las frases y datos que acompañan al folleto de promoción de la película:
El Gran Silencio muestra por primera vez el día a día dentro de “Grande Chartreuse” el monasterio de referencia en los Alpes franceses de la legendaria orden de los Cartujos.
Una película austera, cercana a la meditación, al silencio, a la vida en estado puro. Sin música excepto los cantos de los monjes, sin entrevistas, sin comentarios, sin material adicional.
Cambian las estaciones, los elementos cotidianos se repiten. Una película que no representa un monasterio sino que se convierte en uno. Una película sobre la presencia absoluta, sobre unos hombres que se entregaron a Dios en su forma más pura: la contemplación.
“Una experiencia extraordinaria”. Mario Porro: Il Corriere de la Sera.
Sólo el silencio más absoluto se empieza a oír.
Sólo cuando se prescinde del lenguaje se empieza a ver.
“El Gran Silencio es un ensayo poético sobre los ritmos ralentizados de la vida y su deliciosa tranquilidad induce en el espectador una paz comparable al sentido sosegado de los propios monjes”. Jay Weissberg: Variety.
“El director encuentra belleza en una mota de polvo, en una parcela del jardín recién removida o en las pobladas cejas blancas que cubren como una cortina los ojos ciegos, por la edad, de uno de los monjes”. Manohla Darghis: New York Times.
“No es necesario ser católicos, ni siquiera tener una fe, para imbuirse en esta emoción fortísima, como sucede siempre que un proyecto cinematográfico se transforma, a la vez, en un recorrido de sabiduría”. Fabio Ferzetti: El Messaggiero.
“Las dos horas y tres cuartos de El Gran Silencio son un regalo, un viaje a la contemplación: donde cada criatura, hasta la más insignificante cosa, se convierte en algo dotado de un nuevo significado, gracias a una mirada distinta, finalmente aplacada”. Roberto Nepote: La República.
En 1984, el director de cine Philip Groening pidió permiso a la Orden de los Cartujos para poder rodar en su monasterio.
Le dijeron que era demasiado pronto. Quizás más tarde. Dieciseis años después recibió una llamada. Había llegado la hora.
Los preparativos llevaron dos años, el rodaje uno y la postproducción dos más. Han transcurrido veintiún años hasta su completa finalización.
La película muestra el paso de las horas, de las estaciones, los elementos que se repiten diariamente, y se repiten en todas las oraciones. Muestra las caras. Es un mundo muy físico (el corte de una manzana, las comidas que se llevan a cada una de las celdas, un campo arado). Y de nuevo los monjes rezando en el coro. Tanto una cosa como la otra están muy presentes en el “Grande Chartreuse”: el mundo físico y el espiritual.
Premios: Festival de Sundance: Gran premio del jurado. Bavarian Film Awards: Mejor documental. Festival de Sao Paulo: Mejor documental. Festival de Venecia: Sección oficial.
Hasta aquí lo que pone en el folleto. Sobre lo que significan para mí los monasterios, los conventos de clausura y conventos en general ya hablaré otro día. Una vez estuve ocho días en un monasterio. Pero eso es otra historia.

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