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viernes, 13 de junio de 2008

EL VIAJERO DEL TRAJE GASTADO (V)

El viajero es consciente de las dificultades que se acercan y que avanzan, como avanza el tren, con su traqueteo y su maquinal esfuerzo por llevarle a su destino: el lugar que existe en ninguna parte. Apoya su cabeza en la madera barnizada del marco de su ventana. A veces mira su propia imagen reflejada y le viene una especie de nostalgia, una especie de hormigueo íntimo, que le duele como mordisco de hiena en las entrañas. Es por eso que prefiere la fantasía de su imaginación y sueña despierto con lo que ha de ser luchar por el objetivo que se ha marcado. Las muchachas son como un símbolo de la nueva vida que empieza. Las conversaciones con Usuri le hacen sentirse vivo como hombre y esperanzado como persona, se dice a si mismo que no todo está perdido. Se avecina una nueva parada de diez minutos. Usuri baja a la estación para traer galletas y vino. Mientras tanto la muchacha mayor se dirige por primera vez a Jeremy.
- Se te ve muy cansado. Se nota que lo estás pasando mal. Si en algo te puedo ayudar, dímelo. Cuando mi hermana pequeña duerma, me acercaré a ti y hablaremos al oído, si te parece.
- Claro que si, mujer. El viaje es largo y éste tren es íncomodo. Tienes un hijo muy guapo y mira como duerme, parece un querubín.
- Mi hijo es mi vida. Lo único que merece la pena de todo lo que tengo.
Al viajero se le van los ojos a los pezones que sobresalen en su camiseta ajustada.
El tren arranca y emprende su camino. Usuri no deja de mirar al viajero. Este, aprovecha esa insistencia para salir al pasillo. El zippo sigue negándose a prender y la chica le sorprende con una carga de gasolina que ha comprado en la estación.
- Toma, aquí tienes gasolina para tu zippo.
- No mujer, no debes regalarme nada. No soy nadie para ti.
La muchacha se desplaza por el pasillo para no coincidir frente a la puerta desde la que su hermana mayor pueda ver.
- Coge la gasolina y calla. Es para el viajero que me va a dar un beso ahora mismo.
Se abraza a él y le ofrece la boca, alzándose de puntillas y con la mano agarrada a su cuello como para obligarle que agache la cabeza para poder llegar.
Sorprendido, el viajero se deja hacer y siente como la lengua de la muchacha entra en su boca hasta lamerle el cielo. La abraza fuerte y devuelve su beso y así permanecen durante largo rato. Ella se ofrece y le indica que con sus dedos la penetre. Y entran los dedos en el sexo húmedo de la joven que ya desea. Sabe que es una locura, que no debería haberlo permitido, pero no hay marcha atrás.
- Por favor, Usuri. No quiero hacerte daño. Déjalo estar, fumemos un cigarro y volvamos con tu hermana.
Usuri le miró fijamente y con lágrimas como perlas de cristal, se acercó al oído del viajero, metió su lengua, larga y lúbrica y dejo su mensaje de tentación: Cuando duerman, quiero que me hagas el amor como no la hayas hecho nunca, destrózame y déjame tu recuerdo de semen dentro, antes de que desaparezcas para siempre, te deseo.
El humo de sus cigarrillos calmó la tormenta de pasión y sin decir palabra, se miraban como si fuera la primera vez en su vida en que ambos se sentían menos solos. Sigue lloviendo y el tren, a veces, tiembla estremecido.

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