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sábado, 7 de febrero de 2009

MINI RELATO

El señor Ramírez es uno de mis mejores clientes, pero la crisis le ha originado pasarlo mal económicamente y a devolverme varios talones sin fondos.
Cada dos días llamaba preguntando por él para visitarle y cobrar mi deuda, pero no se ponía nunca al teléfono. Su secretaria se mostraba atenta y profesional. Un día me dijo, confidencialmente, que llamara sobre las cuatro, que casi seguro que su jefe estaría en su despacho.
A las cuatro en punto, en vez de llamar, me presenté y pregunté por el mencionado señor.
- El señor Ramírez no está. – dijo la secretaria, visiblemente contrariada por el trastorno que me hacía no cobrar a su jefe y encima haberme desplazado.
- El señor Ramírez es un poco, bastante, hijo de p.... Mi tiempo vale tanto como el suyo. O me paga o le denuncio porque me tiene hasta los mismisimos c.... y perdona que hable así.
- Tienes razón, es mi padre, pero reconozco que tienes razón.
- ¿Tu padre? Perdona, lo siento. – contesté sin saber cómo salir del apuro.
- No te preocupes, entiendo tu cabreo. Iba a salir a tomar un café, si quieres venir conmigo te invito, así se te pasa el susto.- dijo la amable secretaria, señorita Ramírez.
Llegué a un acuerdo con ella en la forma de pago. Cada semana, los miércoles, de cuatro a seis, cobraría, en efectivo, el diez por ciento de la deuda.
La señorita Ramírez está tan encantada que le ha dicho a su padre que necesitan hacer un pedido mucho mayor que los anteriores y pagarlo a plazos.
- Bueno, se acepta. ¿Mismo día y misma hora?
- Por supuesto, es cuando mejor me viene. – Contestó la dulce y negociadora secretaria.
Tengo que reconocer que ha sido un buen año, a pesar de la crisis.

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