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lunes, 5 de octubre de 2009

EL RECUERDO DE UN OLVIDO

Antes, mucho antes de que Lena, enfurecida, llegara a la puerta de salida de la casa de Leo, esta llamó pidiéndole que volviera, que no fuera niña y que no estropeara un posible buen amistad por un malentendido o una mala interpretación.
- Lena, por favor, no te vayas y si te vas espera, a que salga contigo no vaya a ser que se despierte Lefter, el pitbull de mi marido y al verte alterada te ataque. Solo trataba de que te sintieras a gusto conmigo.
- Me das miedo Leo, me das más miedo que tu maldito perro. Veo cosas por la casa, te noto insinuaciones, indirectas y detalles de algo por lo que no estoy dispuesta a pasar.
- Ven conmigo preciosa. No te asustes por nada de lo que veas u oigas. Quiero que seas mi amiga y que colabores ayudándome con mis proyectos artísticos. Quiero que te conviertas en mi ayudante, en mi mano derecha. Te lo sabré compensar de una forma u otra, sobre todo con una amistad verdadera, sin compromisos, sin ataduras, sin malos rollos.
Lena, paralizada en el medio del salón que hacía las veces de Galería de Arte, intentado por todos los medios no echarse a llorar se quedó mirando a uno de los cuadros. Un árbol seco y desnudo en medio de una tormenta. Azules intensos, morados y negros y un cielo tenebroso. Un óleo de gran impacto por su cromatismo y su técnica entre el puntillismo y el surrealismo. No pudo por menos que acercarse y ver lo que ponía la tarjeta: Título: “El árbol que plantaron los abuelos de mis abuelos se ha muerto de tristeza y desolación”. Un escalofrío recorría por las venas de la joven inexperta en casi todas las cosas de la vida.
Leo se acercó hasta ella y la pidió la mano con una amplia sonrisa.
- Ven conmigo y dime que te preocupa ¿Dime exactamente qué es lo que te da miedo.
- Leo por favor, no me hagas daño. No me obligues a hacer algo que no quiero y que posiblemente si lo hiciera me arrepentiría toda mi vida.
- ¿Por qué tienes que decir eso?
- Tienes jeringuillas en los cajones, gotas de sangre en la cocina, la macheta ensangrentada. Arriba hay coja llena de cajitas de Juanola y tu tienes un tatuaje que significa el demonio.
- Ven que te explicaré muy importante y espero que te sirva de lección para toda tu vida. Acompáñame hasta el ático y allí, más fresquitas y relajadas te lo contaré todo. Vamos a subir la coca cola, la botella de Cacique y los hielos.
Lena se sentía un poco avergonzada de haber preparado el número por algo que a lo mejor no es nada más que sospechas ridículas de una novata. El cielo, maravilloso cielo de Madrid, la ligera brisa del Retiro y pensar que estaba de vacaciones y que no había prisa por irse, ayudó a tranquilizarse y a dar una especie de nueva oportunidad a Leo, su nueva amiga Artista. Pensó que ser amiga de una Artista era una suerte de la que debía estar orgullosa y no todo lo contrario.
La dueña de la casa se sirvió un buen pelotazo y para Lena puso dos dedos de ron y el resto de coca-cola-
- Lena, cariño. Dame un cigarro y escucha atentamente lo que te voy a contar y espero que no lo olvides. Desde muy niña me ha gustado y me sigue gustando con locura, el erotismo, la pornografía, el exhibicionismo, la transformación del cuerpo, la experimentación con los sentidos desde un punto de vista artístico y creativo. Me gusta estar desnuda en mi casa y contigo creí tener la confianza como para poder hacer en mi propia casa aquello que parezca conveniente. Si no te gusta ver mi coño con no mirar tienes suficiente. No te fijes en mi.
- ¿Qué hacen las jeringuillas en el cajón de la cocina, las gotas de sangre, las cajitas de Juanola, tu número de serie grabado en tu pubis? Comprenderás que son cosas que dan miedo.
- ¿Era eso, mujer? Vaya por dios. Todas las cosas que están en todas las casas, en todos los sitios, en todos los lugares tienen su explicación. Las jeringuillas son para darle la medicina al perro inyectada en la carne. Las uso, también, para fabricar utensilios de pintura. La sangre es del conejo, como ya te dije, o de los chuletones que compré ayer en Mercadona. Las cajitas de Juanola... si yo te contara, las cajitas contienen vello púbico de casi todas las amantes que tuvo mi maestro y poco antes de morir me las regaló y me dijo: “a ver si reconoces el tuyo, amor mío” ¿Qué era lo otro?
- Tu número de serie. Pareces una res numerada a fuego, como los toros que marcan, con su divisa, los ganaderos.
- El triple 6. El 666 de una forma general, sin detenerme mucho en su significado simbólico y esotérico, representa al demonio. Las tribus urbanas que se hacen llamar góticas lo usan como elemento distintivo. Me lo tatuó mi amo hace mucho pero es otra historia. Ahora está ahí como un recuerdo de un olvido. Ven conmigo a la cama del cuarto del jardinero y te contaré más cosas ¿Quieres?
- Si, quiero.

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