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sábado, 3 de octubre de 2009

SANGRE DE TORO

La casa de un artista siempre llama la atención, impacta, sobrecoge, parece, debe parecer, un lugar cargado de energía indescriptible y la casa de Leo transmitía las vibraciones de una cripta, las vibraciones de la cueva de un ermitaño, era lo más parecido a una Galería de Arte, a un estudio de pintor excelente. Lena no había sentido esa sensación en ningún otro lugar anteriormente.
- Esta es tu casa. Puedes hacer lo que quieras y cuando lo desees podrás venir a hacerme compañía. Casi siempre estoy sola y cuando no, es porque está mi marido o la criada. Si te gusta venir a ayudarme estaría dispuesta a dejarte una copia de la llave de la puerta. - Comentó Leo mientras se iba desnudando.
- Me encantaría, claro que me encantaría. Esta casa no es una casa como las otras. Parece un Museo, o una Galería de Arte.
- En cierto modo lo es. Si te das cuenta bajo cada cuadro tiene su cartel con los datos y precio.
- Este, que no se que es, tres mil euros. Son muy caros.
- Un día pinté un cuadro y lo llevé a que lo viera mi maestro. Me dijo que era tan bueno o tan malo como cualquier otro, que no me quedara corta en mi valoración. Mi estimación artística, dentro de un mínimo dominio de la técnica, dependería de las sensaciones extra sensoriales que mi pintura pudiera transmitir al espectador. Lo que en realidad se cotiza no es el cuadro, es tu firma y lo que conlleva de prestigio para el que lo compra. Si te haces célebre, aunque no sea pintando, podrás poner el precio que quieras. Decidí hacerme célebre para poder pedir de tres mil euros para arriba. En mis cuadros hay un proceso de mucho tiempo de estudio y dedicación. Sin mi celebridad no se cotizarían tanto, pero tienen mucho valor emocional y artístico, al memos para mí. Voy a ponerme cómoda y tu haz lo mismo, si quieres. Tengo de cena conejo al ajillo, que me encanta, si quieres otra cosa te la puedes hacer tu misma. Comeremos en la cocina y beberemos un buen vino. Las velas las dejaremos para otro momento.
Leo siempre usa las camisas de su marido, las que ya tienen el cuello algo gastado, porque le quedan largas y las puede tener abiertas o abotonadas y no importa que se manchen de óleo. Su desnudez con la camisa no es tal y permite estar suelta y resultar excitante.
- Por qué sabías que en aquel coche furgoneta había tres hombres y una chica ¿Los has visto otras veces?
- Si. En el Retiro, como ya te dije, por la noche suceden cosas. Esos tres hombres visten de negro y cada semana llevan a una nueva chica para iniciarla. Hacen ritos satánicos cerca del monumento al Ángel Caído y luego terminan en las casas secretas que tienen por Madrid, una en Carabanchel, un chalet en una Colonia y otra en Talamanca. La de Talamanca es una mansión del siglo diecinueve. Allí tienen las mazmorras.
- ¿Tu has ido?
- Si, varias veces. Pero ya se pasó. Ahora soy libre. Estoy en otro proceso.
- ¿Otro proceso?
- Si. Estoy recabando documentación y es muy posible que empiece pronto. Aún no está decidido. No sé si empezar antes o después del hijo. El Arte, tal y como yo lo entiendo, es algo más que lo que se ve. Como artista me interesa la experimentación, la novedad, la evolución creativa. Ser yo, la que no se parece a nada ni a nadie. Distinta a todo y a todos. Pero Pedro me ha pedido un hijo y hemos hablado de coger tres meses sabáticos y dedicarlos a concebir. Tengo treinta y siete años y ha de ser antes de los cuarenta. Mi experimento puede ser contraproducente para el hijo. Ya veré lo que hago. ¿Te gusta el conejo? Bebe, no te quedes tan pensativa. El vino te abrirá la mente.
- Es que Leo, me dices una cosas...
- ¿Tienes miedo?
- No. De ti no ¿Qué hace la macheta ensangrentada junto al cuadro sin terminar?
- Esta mañana, mientras partía el conejo, me vino una idea para el cuadro, lo dejé todo y me puse a plasmarla. Estaba tan concentrada, que se me olvidó allí ¿Creías que había descuartizado a alguien?
- Me extrañó. Como está todo tan ordenado.
- Descuarticé al conejo. Eso es todo. Una vez apareció una macheta, un hacha, igual en el lago del Retiro. Pocos meses después encontraron el cadáver de una adolescente semienterrado. Un perro lo descubrió. La habían descuartizado con la herramienta que habían encontrado cuando limpiaron el cieno del lago. Lo único reconocible de la muchacha fue un crucifijo invertido, grabado a fuego, entre los pechos ¿Quieres más vino, Lena?
- Si, por favor, hasta arriba.
La cocina de la casa de Leo tiene una ventana grande que da a un patio interior y por la ventana se veía que una nube negra y alargada ocultaba casi toda la luna. Vista así podría parecer una bruja con la cabeza iluminada y con la melena ardiendo. Lena sintió un escalofrío y bebió hasta la última gota de vino de la marca Sangre de Toro.
Sangre... tres gotas de sangre bajo la silla en la que ella estaba sentada.

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