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jueves, 1 de octubre de 2009

TENEMOS LUNA LLENA

Esta noche, mi señor, tenemos luna llena,
calor bochornoso y humedad en el aire.
Descanso desnuda mirando a la ventana
y me viene un suspiro hondo y dulce.
¿Es motivo el recuerdo para suspirarle?

Esta noche, mi señor, me abraza con ternura
la pequeña Larios, mi alumna predilecta.
Me dice que le gustaría que fuera su mamá,
que quisiera ser mayor para amar a mi amante.
Mi niña aún no sabe del sufrimiento.

Ayer, cuando amanecía, me vino un desmayo,
un desfallecimiento y quisiera esperar un hijo.
Soy estéril como los jardines secos de Kioto,
mi señor, y bien que lo siento por usted.
Quise darle el fruto de mi vientre y no pude.

Ayer de amanecida, mi señor, tuve una visita
de Mishima, el pianista, al que adoraba de cría.
Me invitó a opio y sake y nos embriagamos
de locura y frenesí hasta el múltiple éxtasis.
Y pensaba en usted cuando me venían.

Esta noche, mi señor, tenemos luna llena
y amo a Mishima mientras toca y toca.
Cuando amanezca vendrá la criada
a recoger las ropas sucias y me lamerá
hasta que reciba de mi su parte de placer.

Reflejos de luna hacen brillar las flores
del búcaro que se estampan en el espejo.
Y me observo tan infinita como un silencio,
tan distinta que no me conocería, mi señor.
En el patio el sonido del agua es La Alhambra.

Cierro los párpados y me quedo pensando
en Mishima y él tiene su ojos y sus dedos.
El algodón de la nube que me cubre
me hace sentir que caigo en el abismo.
Una mariposa vuela en mi estómago.

Usted aparece en mi sueño y cabalga
entrando en mi como un minotauro.
Cuando se vaya la luna sentiré las sombras
que me inundan de poesía y de placer.
Una canana fría me corta la respiración.

Voces de chiquillos en la escuela,
caminantes ruidosos y aullidos de perros.
Mañana cruzaré el lago oculta entre juncos,
me taparé con manto de terciopelo azul
y me hundiré para que me trague el lodo. ADIÓS.

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