Photo Sharing and Video Hosting at Photobucket

jueves, 31 de enero de 2008

T. Q. 31 de enero, jueves.

No hace ni una gota de frío y el sol entra hasta la mitad del salón. Aunque es enero ya empiezan a notarse brotes en los manzanos y en alguna de las parras del jardín. Los pajarillos están alterados como la propia naturaleza. No es normal lo que está pasando ahí fuera. Y se nota, se nota en muchos aspectos de nuestra vida. La gente está tensa, irritable, excitada, exuberante, tímida, deprimida, dolorida, extraña, la gente y yo andamos a la greña con nosotros mismos. Es una lucha continua que no tiene sentido alguno. No hay forma de arreglarnos. Un día bien y seis mal y a veces ni eso. Me he levantado con el píe izquierdo. Me ha llamado Dorothy, de la productora. Que hay que revisar el guión de “La casa detrás del monte de encinas”. Parece ser que hay un personaje que maté en la página veintisiete y que vuelve aparecer a partir de la noventa y ocho. Mira que corrijo, que quito, que pongo, que pego, que despego y nunca queda perfecto. Lo leyeron dos o tres de confianza y no detectaron nada. Veré a ver como lo arreglo, porque, mañana empiezan el rodaje. De Hair no he vuelto a saber nada desde el martes, en cierto modo mejor así. Me llamó Luccía Benvenutti para invitarme a una presentación de un libro en el Hortel Kafka, dice que me presentará a Elvira Lindo y a Antonio Muñoz Molina y a pesar de eso, puse una disculpa. Aproveché para hacerle el pedido de los libros y añadí dos nuevos: “Vida y destino”, de Vasili Grossman, y “La gloria de los niños” de Luís Mateo Díaz. Ahora pide que le incluya el nombre de la editorial. Todo son pegas, menos mal que me los trae a casa y estamos de tertulia un buen rato mientras nos tomamos un pelotazo. El disco de María Cecilia Bartoli, “María”, ha sido elegido como uno de los mejores del año 2007. No es extraño. Anoche pude escribir un poema a repasar y por la tarde dejar concluido un relato breve que me gusta. He dejado de beber tanto y he fumado lo mío. Hair me preguntó si tenemos niños. No creo que los podamos tener. Mi marido y yo llevamos jodiendo sin protección y sin nada, desde recién casados y nunca me quedo. Estoy obsesionada con que soy estéril ¿Os habéis hecho pruebas médicas? Lo estamos pensando, pero no creo que mi marido sea el culpable. Es muy activo y muy generoso en sus descargas. Eso no importa ¿Imagínate que su semen no es de calidad suficiente? ¿Por qué tu y no él? Déjalo, pasa página. ¿Tu tienes niños? No, aun no. Esperaremos a que cumpla treinta y dos años y entonces me quedaré preñada. Sé que puedo quedarme en cuanto me lo proponga ¿Cómo lo sabes? Lo sé, estoy completamente segura. Mientras me hacía la manicura y los pies jugaba a meter y sacar, de vez en cuando, el mango del cepillo y la fuente de mi sexo manaba despacito y yo sintiendo, sintiendo. Hair estaba sentada en el suelo y se demoraba en su trabajo y yo disfrutaba con delectación. Tus pies necesitan mimos y me chupaba los dedos como si fueran grandes falos. Nunca sospeché que en los dedos de los pies se pudiera esconder tanto placer. Se quitó la camiseta y el sujetador y dijo que no era justo que yo estuviera desnuda y ella no. Mis pies, dios, mis pies, los usaba entre sus senos tan hermosos y le brillaban los ojos y me decía que haremos todo lo que nos imaginemos pero que hoy, domingo, nos teníamos que aguantar sin corrernos. Ya no llegamos al rastro. Te invito a comer. Al terminar de arreglarme el pubis y dejarme un poco de vello, casi nada, en forma de corazón, se quitó los pantalones y el minúsculo tanga y pude ver su pubis rasurado y su sexo cerradito. Me agarró de la mano y me llevó hasta la alfombra donde daba el sol. Encendimos unos cigarrillos y nos mirábamos a los ojos sin tocarnos, desnudas y de costado frente a frente. Nos mirábamos hasta traspasarnos y sabíamos que nos gustaba. Comimos poco, un filete y patatas fritas y lo acompañamos con un Muga del 96, riquísimo. Hair hablaba por los codos y reía y reía. No tomamos ni café y pensamos en dormir una buena siesta. En mi cama nos tendimos otra vez frente a frente, sus ojos tan negros y tan brillantes, su pelo rubio y liso, media melena, dios, es preciosa y llena de vida... No puedo dejar de pensar en ella. No dormimos nada. Ahora mismo estoy desnuda al sol que da en la alfombra, apoyada en el respaldo del sillón de piel y noto como resbala el líquido por mis piernas. Nunca me había pasado esto. No me he tocado, lo juro, y sin embargo me pasa lo que me pasa. La imaginación es fructífera y me parece estar lista para volver a escribir. Mañana viene Hair, dice que la he envenado y ella... ¿qué me ha hecho a mi? Me ha sometido. Qué maravilla de placer si no fuera por lo otro.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio