Photo Sharing and Video Hosting at Photobucket

sábado, 16 de febrero de 2008

T. Q. 16 de febrero, sábado.

La lámpara está en el suelo esperando a que mi marido compre un gancho nuevo más fuerte que el que se rompió. Cuando la miro no puedo por menos que pensar en la fragilidad del ser humano y en que por poco no lo cuento. Así es la vida. Mi madre cada día manifiesta más síntomas de una posible demencia y me preocupa que siendo tan joven, cincuenta y seis años, pueda terminar con Altheimer. Ayer llamó y dijo: ¿Sabes una cosa, Theresse? Estoy convencida, en esta casa hay un espíritu del otro mundo. Anoche me gritaba que me quiere poseer y hoy voy a ir a que me hagan la cera y me pinten el pelo un poco más de rubia, para que, si realmente viene, que me encuentre guapa. Mamá, por favor, vete al médico que no estás bien. Mi padre quiere inaugurar su tienda de libros, de segunda mano, el próximo sábado. Está tan ilusionado que iremos a hacerles compañía en tal acontecimiento y llevarles unos cuantos libros que me ha regalado Luccía Benvenutti y dos o tres cajas con los que me sobran a mi. Aprovecharé para ver el mar. Hair me llamó el domingo, muy pronto, para decirme que estaba en su casa su amiga embarazada, Sophie. Que fuera yo porque su amiga no se atrevía a venir a la mía. Que se ponga, que hablo con ella. La convencí y vinieron las dos. Sophie es arquitecto y trabaja en la constructora de su padre. Tomamos chocolate con bizcochos con sabor a anís, riquísimo. Llevaba una blusa con los botones de abajo abiertos. Su ombligo y su vientre aún no han cambiado ¿Notas al niño? No, aún no, aún es pronto, pero noto cosas, noto como pequeños calambres internos, como sensaciones de que, por dentro, algo se está avecinando. Mis pezones están oscureciendo y mis pechos crecen un poco cada día y mi lívido está que se sale. Mi marido, Abhel, por el contrario casi ni me toca. Dice que no quiere hacer daño al bebé. Tengo ganas de joder a todas horas. Me gusta Sophie, es llana y dice las cosas como las piensa. En la habitación, frente al espejo, Hair le hizo la cera y le arregló el pubis. Casi estaba desnuda del todo y no pude evitar desearla. A Hair se le escapó decir que le había crecido la vulva y que los labios estaban más oscuros. Sophie dijo que le daba vergüenza decirlo pero que no aguantaba más, que necesitaba sexo con toda la intensidad del mundo. Fue un domingo maravilloso. Sophie vendrá cada poco a mi casa para que vea como le va creciendo la barriguita. Me da mucha envidia que esté preñada y yo no, pero es una suerte para mi que me conceda el favor de ser su bálsamo para su necesidad de sexo y a la vez ser su confidente y escuchar la evolución de su embarazo y que me relate sus sensaciones. Dios, que delicia beberla y mirar a sus ojos brillantes cuando se viene en mi boca. Hair está celosa, pero no tiene por qué. Ella me tiene siempre. El señor afinador de pianos vino a la hora prevista. Al ver mi piano se quedó sorprendido. Con uno como este aprendió en la casa de su maestro el pianista Jaume Sentís. Se le caían las lágrimas de emoción. Es un hombre alto y con una sonrisa cautivadora. Su voz, sus manos, su forma casi virtuosa de tocar el teclado. Estar con él es para mi lo más maravilloso que me ha ocurrido nunca. Mientras revisaba el piano me fijé en que llevaba una pulsera étnica junto a su reloj Cartier de plata. Se dio cuenta y se la sacó y me la dio para que la probara. La tuve puesta mientras estuvo conmigo. Cuando terminó de revisar el piano se sentó frente a mi en la alfombra y sacó su paquete de cigarrillos ¿Puedo fumar? Claro, soy fumadora como usted. Sacó una cajetilla de Pall-Mall azul. Dios... ¿te imaginas? Un hombre sentado al estilo árabe junto a mi, yo con su pulsera en mi muñeca y él fumando la misma marca que yo. Fumamos y se fueron las horas como si hubieran sido segundos. Le devolví la pulsera y le dije que volviera si era posible. Con una condición, háblame de tu, hasta Abril no cumplo los cincuenta y ocho ¿Qué día? El trece. Joder, yo los cumplo el día doce. Me pregunté, por primera vez en mi vida, si realmente he estado enamorada de mi marido. Esta noche iré a Kapital. Mi novela sobre los niños de la guerra avanza y mi proyecto de guión sigue latente. Mi hermano muerto llevaba una doble vida. Casi seguro. Ahora estoy escuchando a Nora Jones. No me han crecido los pechos, pero mis pezones están mas duros y largos que nunca. Catterina me los succiona como una diosa. Ven pronto. Te deseo porque... T. Q.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio