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viernes, 8 de febrero de 2008

T. Q. 8 de febrero, viernes.

La noche ha sido de las de vueltas y vueltas a la cabeza e insomne, como siempre. Pesadillas me rondaban en los sueños y prefería estar despierta. Me levanté y revisé los dos currículum-vitae seleccionados entre las tres chicas que me visitaron. Una es de Letonia y la otra de Filipinas. Las dos parecen poder realizar los trabajos de la casa con suficiente satisfacción. Irina es de Riga, la capital de Letonia, nada más entrar en casa, al ver el piano que preside el salón, se emocionó y decía que ese era su piano ¿Qué hace aquí mi piano? La misma marca, el mismo color, el mismo todo ¡¡¡Es mi piano!!!. Sus lágrimas eran incontenibles y me pidió permiso para abrir la tapa del teclado y poder pasar sus dedos por las teclas y por sus contornos. Lo acariciaba, lo besaba y no dejaba de decir, mi piano del alma, mi piano del alma. Le hice la entrevista para el trabajo y según iba leyendo mas me sorprendía. Pregunté si podría esperar a que terminara las entrevistas que aún me faltaban. Puedes tocar el piano mientras tanto. La chica filipina sabe inglés, tagalo, francés y español perfectamente. Sus facciones son muy orientales y parece coreana, casi japonesa. Una de las dos, me dije. No me gusta hacer perder el tiempo a nadie y le pedí que me dejara pensarlo hasta el lunes. Irina, es muy guapa, pero no quiero fijarme en eso, ni en que es pianista. Para mi novela necesito documentarme y ella podría ser muy valiosa. La mandé pasar a mi despacho para terminar la entrevista. Sabe ruso, inglés, letón y casi habla perfectamente español. Licenciada en Historia y Literatura y cursos de Teatro e Interpretación. Tiene una niña de tres años y medio que se quedó en Riga, y la cuida su madre y a veces, una hermana que está casada. Irina creo que tiene las de ganar. A las ocho tengo que ir a recoger el análisis del semen de mi marido. Anoche llamó Alex entusiasmado con la versión final de la escena de El Retiro. Me dijo que su sueño más inmediato es realizar una película sobre el mundo juvenil, relacionado el rock & roll, las drogas y el sexo. Miedo me da. Dice que vaya preparando un guión previo y que se lo presente cuando termine el rodaje y la promoción de la película de ahora mismo, unos dos meses. Anoche subí a la habitación de mi hermano muerto y busqué la pistola. No apareció. Mi amiga de los fines de semana dice que quiere comprarse la blusa que vimos en Máximo Dutty, que nos gustó a las dos y de paso ir a ver “American Ganster”. Supongo que iremos. La chica de acento italiano. Qué loca estoy. Escribí un poco y vi los correos. Maurice, dormía plácidamente cuando regresé a la cama. Su cuerpo brilla en la penumbra y me acurruco a su lado. Su piel está caliente, el perfil de su rostro, con los ojos cerrados, parece el de un cesar romano esculpido en mármol, solo le falta la corona de laurel. Su miembro duerme como un pajarito y dan ganas de tenerlo en la mano para que no coja frío. Lo hago y me quedo dormida. Me despierta un beso en la frente: Voy a levantarme, ¿Me la sueltas? Entonces el miembro ya no es un pajarito, es un gavilán. La suelto, me doy la vuelta dispuesta a seguir durmiendo. Me penetra y me dejo hacer. En cinco o seis minutos me inunda y se levanta a la ducha. Aprieto mis piernas y sigo dormida placenteramente. A las 08,05 estoy con Silvia Evans. Hay que repetirlo como dios manda. El que trajiste no es fiable, por el método, y de lo que tenemos ha resultado que su riqueza seminal es de un 00,3333 % de validez. Puedes hacerte las pruebas. Una citología, una ecografía, análisis de orina y de sangre, y sabrás si eres fértil o no. Así de sencillo. Lo haré. El marido de Hair no quiere que se gaste tres mil euros en juguetes, por muy eróticos que sean. Que es una locura. Ok. Preocupación de menos. Irina y Kimera. ¿Kimera o Irina? Una vez, cuando era niña, mi padre me dijo que si realmente me gustaba el cine, que no dejara de intentar ser algo en ese medio tan apasionante. Acabé siendo guionista, como Isabel Croixett y otras muchas, que no es poco. Así y todo nunca estaré satisfecha. Regresé por Menéndez Pelayo a casa. Siempre lo hago por la acera de casas y hoy lo hice por la acera de El Retiro. Paré en la puerta de enfrente de La Rosaleda ¿Estará la patinadora? No entré y en casa me senté en el piano. No sé tocar, nunca me interesó, la que lo tocaba, desde niña, era mi madre. Se lo regaló mi abuelo por su primera comunión. No llegó a ser una gran virtuosa pero lo tocaba bien. Mi hermano fue el que mas provecho le sacó. Iba a clase de piano desde crio y tocaba bastante bien, pero prefería la guitarra, donde destacaba, sobre todo con su Fender Stratocaster. Es un piano Bösendorfer, de media cola, lacado en negro. Mi abuelo lo consiguió por cuatro perras de un alemán que necesitaba dinero para poder ir a Argentina. Ahí estaba muerto de risa y ayer Irina lo tocaba. Dice que necesita un afinador y cambiar varias cuerdas. Este piano... ahora es magnético para mi. El niño es huérfano de padre y madre. En Rusia los militares alojan a quince niños y niñas españoles en un orfanato. Este boceto de poema: “Si estuvieras aquí/ tendrías mi piano y mi diadema,/ millones de serenas florituras armónicas/ que parirás sin dolor ni llanto./ Te espero con flores como poemas.”/ ¿Eres como imagino? Me acordaré... T. Q.

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