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miércoles, 20 de febrero de 2008

T. Q. 20 de febrero, miércoles.

Esta noche terminé de leer “Tokio Blues”. Finalizar su lectura me dejó una grata sensación y a la vez, un poco de tristeza por haberlo terminado... no quise empezar el siguiente libro. Me recosté sobre el brazo derecho y quedé mirándome en el gran espejo del armario empotrado del dormitorio. Hacía tiempo que no me veía con el semblante tan apacible. Mi pelo negro azabache, tan enmarañado y revuelto, produce en mis ojos un destello singular. Hoy me gusto y mi mano, como, casi siempre, se entretiene jugando con los otros labios. Caigo, voy cayendo dulcemente, muy dulcemente, en la nube de algodón que precede al abismo del sueño y me dejo, me dejo. Sobre las dos y cuarto, despierto, miro a la lámpara del techo y espero. Mejor levantarse y revisar el día de ayer y preparar el día de mañana. Desnuda en el salón del piano, enciendo la lamparita del rincón alejado. Me siento en la alfombra a medio metro de la gran lámpara de bronce que cuelga del techo, apagada, a quince centímetros del piano y enciendo mi primer Pall-Mall azul. Alex me ha llamado esta tarde para invitarme a la cena de fin de rodaje. Estamos muy contentos, Theresse, en una semana empezamos postproducción y doblaje y tal vez, para Junio podamos estrenar. Hay muy buenas perspectivas de exhibición a nivel nacional y europeo. El hecho de tener a Victoria a Lorena, Javier, Justino, que está inmenso, en el reparto, nos va a dar grandes posibilidades comerciales. A las ocho en el Café Gijón, tomamos algo y cenamos en el restaurante que parece el camarote de un barco de principios del siglo XX. Ven de sport, será una cena informal para treinta personas, entre actores y personal técnico. Estará Pepón, que dice que quiere conocerte en persona. Tu guión ha gustado muchísimo. Eres la mejor y si te lo propones llegarás lejos, por cierto, ¿cómo llevas lo del proyecto del nuevo? En pañales aún, pero en quince días lo tendrás. Así me gusta, trabajadora ella, contestó. Así que iré. Me tendí sobre la alfombra persa y miré a mi lámpara preferida... estoy... muy... No ahora no. Subí a la habitación de mi hermano muerto y rebusqué en otros cajones. Me llamó la atención una carpeta azul con gomas, debajo de sus jerséis de lana. Mi hermano escribía y yo sin saberlo. Poemas con estilo sencillo, como posibles canciones para su grupo, pequeñas notas sobre los conciertos a los que asistía y... un relato, creo. Me ha dejado de piedra. Mi hermano llevaba una doble vida y sospecho que era en el filo de la navaja. Mañana, mas despejada, releeré esta carpeta. Cuando éramos pequeños, la tía Ruth nos decía que tuviéramos mucho cuidado con las malas compañías. ¿Con quién se juntaba mi hermano muerto? El afinador de pianos... si estuviera aquí el afinador de pianos le dejaría que me hiciera lo que quisiera. Tengo ganas de él, de oír su voz, de ver sus manos como se mueven cuando habla, las manos del afinador de pianos, hablan más que sus palabras y su mirada tan intensa, mirada penetrante, inquisitiva, luminosa, dios... me mira así y me desarma. Es como si con la mirada me diera la orden de que le deje ser suya y me dejo. Haz conmigo lo que quieras y llévame al paraíso. Iría contigo a ciegas. Ven pronto, por favor no me tengas así. Irina es una mujer culta, sensible y muy dispuesta a agradar. Sus pantalones ceñidos de cintura baja, su camiseta ajustada y corta y su cazadora de piel negra con cuello gris, de lobo. Se quitó la cazadora y vi, casi vi, un cuerpo de diosa nórdica. Su melena rubia natural, sus ojos inmensamente azules y brillantes. Irina, no quiero pensar en ti como hembra. Quedó en traer sus títulos y certificados de cursos y de la carrera universitaria. A ella y a Karima las di a elegir ¿Vestidas de calle o de uniforme de asistenta doméstica? Si superan la prueba de quince días, han de ponerse lo que ellas decidan. Solo un objetivo: que estén contentas con el trabajo y con el sueldo y que por lo tanto, nos tengan contentos a mi marido y a mí. Sophie llamó por la tarde. Lloraba de emoción, Theresse ¿Sabes una cosa? ¡¡¡Se mueve!!!, este hijo mío va a ser futbolista y no paraba de llorar. Tranquila cielo, tranquila. Te dije que lo sentí moverse, cuando puse mi oído en tu tripita. Theresse... me gustaría estar contigo y que me lo hicieras toda la tarde. Tranquila, el bebé necesita que estés tranquila. Dios.... ese bebé es casi mío. En veinte días sabrá si es niño o niña. Mi marido dormía como un dios romano. Me tumbé a su brigada y le observaba. Su pajarito dormía y no pude por menos que coger con mi mano esa ternura de gorrión dormido y llevármelo a la boca. Se hizo grande, muy grande y notaba como crecía y crecía. Lamí y succioné y mi boca no podía con tanto, mi vulva latía como un corazón de cordero sobre la mesa del carnicero, mi vulva... Me senté sobre su enorme gavilán y mi marido se dejó hacer, sigue así Theresse, despacito, muy despacito, sube, baja, siénteme. Córrete conmigo, susurré al oído ¿A la de trece? A la de trece, mi amor. Empiezas tu. Trece.. y aquello era el placer más intenso que recordaba, doce, despacito, once, siente, diez, siente, nueve... no puedo más, ocho... ahora un poco más deprisa, siete, seis, cinco... dios, detente tiempo de instantes lleno y permite que sea eterno... cuatro... siente como llega... siente... tres... siente, dos... déjame preñada, por favor, uno y una gran sacudida de descargas inundaron mis entrañas y me abracé a él. Quieto, amor mío, no te salgas. Me dormí con todo dentro. No hay hermosura en el mundo más hermosa que la compartida. Por eso, solo por eso, quiero compartir todas las cosas que aún nos quedan, ¿Te imaginas? Mira como tiemblan mis manos mientras escribo... tiemblan porque son tuyas... T. Q.

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