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domingo, 24 de febrero de 2008

T. Q. 24 de febrero, domingo.

Ahora mismo escucho el rumor de las olas del mar. Escribo en mi portátil y fumo un cigarro Pall-Mall azul, pienso en la inmensidad de las sensaciones que el mar produce en mi alma y percibo mi infinita pequeñez. Si me asomo a la ventana de la terraza, veo el cielo encapotado y gris. Posiblemente hoy llueva, pero el mar está tan activo en su interminable parto de olas, que no importa que no luzca el sol para que su magnetismo y belleza me sublime el deseo y me tenga en un estado de semi excitación erótica sin comparación. Desde siempre, el mar me excita. Cuando era niña y descubrí el mar, descubrí mi sexualidad. El mar, la playa, la gente, los cuerpos de los hombres y de las mujeres, tendidos al sol, produjeron en mi, inmensidad de descubrimientos. El mar de Benidorm fue el primer mar que vi y cada uno de los lugares del litoral tiene un mar distinto aunque sea el mismo. Mojácar es un pueblo precioso y su mar me transporta a inusitadas y fantásticas regiones de mi imaginación. Mi mar. El viaje fue precioso. Hasta Albacete vine dormida y prácticamente no vi el paisaje. Paramos a repostar y a tomar un café, mi marido, y una coca-cola yo. El resto del viaje conducía yo sin llegar a ciento cincuenta km/h. Me encanta conducir. No estábamos muy habladores, así que venia pensando. En la cena, en la mejicana, en el afinador de pianos, en todas y cada una de mis pequeñas y grandes cosas. El paisaje es una maravilla y voy conduciendo feliz, muy feliz. Al llegar al chalet de mis padres esperaban tan sonrientes, tan llenos de vida, tan contentos de vernos, que un vuelco en el corazón me hizo temblar de alegría y llorar emocionada. Mi madre, con su sonrisa y su pelo tan rubio y tan arreglado, parece una pequeña gran Marilyn y mi padre, tan contento de ver a su hija, tan bien afeitado, tan guapo, tan moderno, mi padre, dios mi padre, lo que yo quiero a mi padre. Que abrazo mas fuerte nos dimos. Hija mía, que guapa estás con ese peinado nuevo, hija mía cuantos siglos sin verte, mi padre me separaba para mirarme de arriba abajo y me decía que estoy muy delgada, que tengo que comer mas, que estoy guapísima, mi padre me quiere con locura y yo a él mucho mas aún. Mi padre... mi padre es la ostia para mi. Dios, qué abrazos nos dimos. Mi madre es de otra forma, la quiero mucho, como se quiere a una madre, pero es de otra forma. Están muy bien y muy a gusto en Mojácar. El médico le ha dicho a mi madre que lo que le pasa es que es muy imaginativa y que tiene una fuerza especial para vivir los sueños, le dio unas pastillas para el riego sanguíneo y parece que va mucho mejor y no dice tantas tonterías. La inauguración de la tienda de libros fue a las siete. Había muchos amigos, algunos alemanes, ingleses y franceses. Casi todos jubilados, pero también estaba un matrimonio joven con los que han cogido una amistad mas fuerte. En la tienda, mi padre, admite cuadros para tener una especie de exposición permanente. Vende los cuadros y se queda con el treinta por ciento. Los libros los compra al peso y ya tiene unos cinco mil con los que trajimos nosotros. Está tan ilusionado. Salimos a cenar a un restaurante de lujo y mi padre se portó muy bien, que no falte de nada, dijo. Hablamos de mis proyectos e ilusiones y me da su aprobación y apoyo económico y moral en lo que necesite. Mi madre ha recordado a mi hermano muerto y me preguntó si he subido a su habitación. Al decirle que si, le entró una llorera que para qué. Mamá, algún día tenía que ser. Ella no entró jamás desde el fatal desenlace y yo tarde casi tres años en hacerlo. No puedo escribir mas. Hemos quedado para dar un paseo por la playa, mi marido y yo, y se me ha ocurrido una maldad preciosa. Joderemos a orillas del mar, escondidos al lado de una barquita que vimos ayer cuando los cuatro dimos el paseo junto a las olas. La temperatura era ideal y se veía a alguna pareja tomando el sol. Comeremos los cuatro una paella en un restaurante, pegando al mar, en Cabo de Gata y sobre las seis, regresamos a Madrid. Este pueblo tiene un encanto mágico y no sería extraño que algún día me retire a vivir aquí. Me he acordado de ti, pensé tantas cosas y tan hermosas, que solo la luna lo sabe y quería que lo supieras porque... T. Q.

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