T. Q., 2 de febrero, sábado
He despertado sobre las tres de la mañana e intenté volver a dormir pero era imposible. Me levanté y para no molestar a mi marido, me puse a pensar y a fumar un Pall Mall azul, en el piso de arriba. Mi corazón de vello en el pubis, me pica Es un recordatorio de quién y como me lo hizo. Me sirvo un poco de coca-cola y pienso mientras contemplo el cielo de la noche oscura, a través de la gran ventana. Hago repaso mental del día y se me ponen los ojos brillantes y la veo, me veo, ante el espejo de la habitación... paso página y lo dejo para cuando vuelva a la cama. Luccía Benvenutti trajo el pedido de libros envueltos en papel de regalo. Me costaron ciento noventa y cinco euros. Así también regalo yo. Nos lo tomamos a broma y nos reímos de lo divino y de lo humano. Tomamos un ron Bacardí ella, y yo mi Jack Daniel`s de siempre. Luccía está a punto de cumplir los cuarenta, tiene una elegancia especial y una belleza poco convencional que resulta muy atractiva. Culta, inteligente, super diligente, sabe lo que no está en los escritos sobre literatura, música, arte y da gusto hablar con ella. Me recomendó “Kafka en la orilla” y la colección de cuentos “El elefante desaparece”, de Haruki Murakami, que deben ser extraordinarios. Iré apuntando y cuando tenga diez títulos te los pediré. Estás muy guapa con ese peinado tan original, tu pelo negro azabache, tan salvaje y apariencia de descuidado. Te das un aire a Angelo Banduardi, o a Dylan, o a Jim Morrison. Me lo hizo mi peluquera y a mi marido también le gusta. Si fuera lesbiana te tiraría los tejos. Ponme otro Bacardí, lo necesito, estoy muy enfadada, muy triste ¿Qué te pasa Luccía? ¿Me lo quieres contar? Mi amante se va con su mujer a Venecia y encima, me dice que ella le ha dicho que en ese viaje desea engendrar un hijo. He venido llorando todo el camino hasta aquí, sin poderlo remediar. No sabia que tuvieras amante, dije ¿Tu no? No, yo tengo a mi marido. Nos ha jodido, también yo tengo a mi marido, pero un amante es... un amante como la copa de un pino. Te lo recomiendo, no te puedes imaginar lo bien que me siento con él, y no solo por sexo, que es impresionante lo que me hace vivir, es mi amigo, mi confidente, mi remanso. Al irse me abrazó y me dijo al oído: no seas tonta, vive la vida y ¿sabes?, voy medio pedo y me encanta. Vete a verme a la librería y hablamos. Por cierto, tengo un sueño y estás en él. Un proyecto editorial muy avanzado, si aportas capital será a medias. Piensa en ello y hablamos. Volví a la cama y me dejé llevar por las imágenes vividas por la mañana con mi peluquera. Una especie de nirvana me inundó y me dejé llevar a paisajes remotos y etéreos, donde todo el mundo me adoraba y me veneraba como a su reina. Birmania, Tailandia, Honk Kong, Kioto y mi querida Shanghai... qué maravilla de sueño. Hacía mucho que no dormía cuatro o cinco horas seguidas. Ni me enteré de cuando se fue mi marido. Al despertar me noté que algo grande había pasado ¿Quién me tuvo? ¿Aquella adolescente masajista tailandesa o aquellos negrazos, con falos como postes, que me violaron con mi consentimiento? No es normal lo que me está pasando. Mi fuente mana sin cesar. Incluso cuando no pienso. Si cierro las piernas y presiono, mana, si las abro en forma de y griega, mana, si me aprieto el pubis contra las esquinas de las mesas, mana. Es inagotable y me da un placer como el que antecede al orgasmo. Si no hubiera sido porque llegaba Gladys, la señora latinoamericana que me hace la plancha y la limpieza, no me hubiera levantado de la cama ¡Estaba tan a gusto! ¿Qué le pasa Gladys? Mi marido dice que me busque otra casa, que la necesita. No llore mujer. A usted se lo puedo contar, ya va para dos años que trabajo aquí y siempre se portaron bien conmigo. Mire, le cuento: estaba tan tranquila en mi país, mi hija es adoptada porque no puedo tener hijos y eso es muy duro para una mujer. Así que, mi marido y yo adoptamos una niña recién nacida. Al poco tiempo él se vino para España y tuvo suerte con su oficio y siempre le ha ido bien en este país. Se compró un piso y a mi ya no me mandaba dinero. Total que un día, me llamó y dijo que viniera con la niña para estar con él. Me puse tan contenta, porque yo le quiero y le necesito. Vine y a los diez días empezó a faltar por las noches, se pasaba fines de semana sin aparecer y la niña y yo solas. Un día le pregunté: ¿Tienes otra mujer? Tan tranquilo dijo: sí, tengo a una chica muy joven, con la que llevo tres años y no la puedo dejar tirada ¿Entonces por qué me reclamaste? Total, que llevo todo este tiempo en España, sufriendo y anoche llegó muy tomado y dijo: carajo de mujer de mierda, vete de aquí que tiene que venir Graciela para tener al bebé en una casa en condiciones. Este piso lo compré yo, así que vete que no te quiero ni ver ¿La has dejado embarazada?, pregunté y contestó que está de seis meses. Mire qué papeleta se me presenta ¿Ahora que hago yo? Usted me dirá. Tranquila, todo se arreglará. Haga sus cosas y si en algo podemos ayudar, aquí estamos. Dios mío y yo me quejo. La imaginación ha regresado, desbordada e imparable como un alubión y ya tengo materia para varios cuentos y pronto empezaré una novela. Dice Murakami: “Escribir novelas es un reto, escribir cuentos, un placer. Es la diferencia entre plantar un bosque o plantar un jardín”. Material me sobra, me falta decisión y tiempo. Mañana empiezo, no se qué, pero mañana empiezo. La pluma de gavilán está sobre el piano y yo envuelta en una nube que me llena de vida y de muerte... T. Q.
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