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viernes, 14 de marzo de 2008

T. Q. 14 de marzo, viernes.

Vivo en un frenesí íntimo, confuso, desasosegado, rutinario, inútil, infértil, absurdo, inoperante, seco como las ramas de las zarzas en invierno. Las zarzas son la materia prima fundamental para elaborar las coronas de espinas que se me clavan, alternativamente, en las sienes o en mi corazón. No sirvo para ser feliz o para estar medianamente satisfecha con lo que hago, con lo que vivo cotidianamente. Muy de vez en cuando, una sonrisa o un orgasmo y a seguir adelante. En mi horizonte más próximo detecto un muro pétreo e impenetrable... pero estoy viva y aún tengo un poco de sangre que noto circular por mis venas y todos los meses puedo manchar varias compresas y varios tampones. No todo está perdido, supongo. Pronto florecerán los cerezos. Me ilusiona el viaje a Nueva York, la visita a mis clubs de jazz preferidos, a los teatros y a .... mis tugurios secretos, donde una masa informe de hombres y mujeres se exhiben y desahogan, para liberarse de la mala conciencia, sudorosos y lúbricos. Mientras Maurice, mi marido, duerme, iré en busca de aventura y me prometo a mi misma que gozaré con otros y con otras. Compraré libros de Arte, dvd`s de Opera, de Jazz de Blues y de los nuevos, de los originarios, que merecen la pena, veré cine indie y asistiré a conferencias sobre Literatura, y... ya veré. Pasaré horas y horas en el MOMA y me extasiaré de belleza, libaré las gotas de música que supuran los escenarios de los grandes y clásicos monumentos de la Ópera y de las Orquestas Sinfónicas. Nueva York me pone. Siempre que voy, me impregno de un mundo lleno de sensibilidad y poesía. Me enaltece los sentidos y suelo estar excitada día y noche. Una maravilla tras otra y nunca cesan de poseerme ingentes sensaciones llenas de sensualidad y carnosa necesidad de sexo y... descubrimientos. Esta vez será diferente. Maurice me prometió que si no me deja preñada durante estos días y los del viaje, a la vuelta, iremos juntos a un especialista para que determine la causa de que no me pueda quedar. Si es mi marido el que tiene problemas de fertilidad, me dará campo libre para quedarme de quién yo decida. Me niego a la fertilidad por inseminación y tampoco soy partidaria de adoptar una niña. Así que está decidido. Toda la pasión y el sexo que he disfrutado y disfruto con mis mujeres, a partir de los resultados médicos, se tornará en pasión y sexo desbordado con uno o varios hombres. No hay vuelta de hoja y tal como lo digo, lo haré. Mi vida es un torbellino de contradicciones, dudas, errores, y... destrozos interiores y sólo el hedonismo me salva. Me han llamado de un periódico para que escriba una colaboración semanal. Como es uno de esos periódicos que dice que tiene la razón, les he contestado que no me interesa, que estoy con la novela, con el pre-guión de la próxima película y no tengo tiempo. Si hubiera sido un periódico que trate las cosas como yo las veo y las siento, de el país en el que vivo, sería otro cantar. La tía Ruth tuvo una relación continuada y casi a las claras, con mi abuelo. En dos ocasiones se quedó preñada y en las dos tuvo abortos. Mi abuela era consentidora y sabía que además había otra mujer, de la diplomacia latino américana, que era la amante oficial de mi abuelo. Mi abuela tenía como válvula de escape sus meriendas y tertulias en un café de fama literaria, con sus amigas y amigos. Se supone que ella también tenía algún secreto inconfesable. Mi padre me contó estas cosas y me pidió que nunca insinuara a mi madre que yo lo sabía. En Mojácar le preguntaré a mi padre el por qué de esa rabia y ese odio, ese secretismo, esa adversión que mi madre tenía a su criada, la tía Ruth. Algo raro intuyo. El afinador de pianos, diosssssss, el afinador de pianos... ¿cómo lo diría? El afinador de pianos... tan serio, tan prudente, tan buena persona, tan inalcanzable. se sentó a tocar en el K-Kaway y sonaba con sonido nítido, cristalino, perfecto. Escucha que sonoridad, que dulzura en el impacto, que teclado más húmedo y tierno, decía ¿Un teclado de piano puede ser húmedo y tierno? Pregunté, ignorante de mi. Acércate y verás. Metió sus dedos y comprobó ¿Te das cuenta? Estás húmeda y tierna, gracias a las sensaciones que te produce el sonido del piano. Me atrajo hacia si y me comió los pezones y sus dedos hurgaban y hurgaban en mi vulva, los empapaba bien de mi y me los daba a chupar. Bebía coca-cola y fumaba Pall-Mall azul, como yo. Me desnudé y como si fuera una gatita me metí entre sus piernas y le abrí la cremallera de su pantalón... cogí con mis manos su... y lo acaricié, qué hermosura su hermosura, lo metí en mi boca y a medida que iba lamiendo y succionando, él tocaba, in crescendo, lento, lentísimo... molto moderato... crescendo, lento, crescendo y yo era poseedora de su instrumento y lo metía hasta mi tráquea y él tocaba el piano dándome instrucciones con su forma de atacar el teclado y se me caían lágrimas como perlas por mi vulva y lágrimas como gotas de rocío por mis ojos, porque mi alma lloraba de placer. Ahora escucho a Maria Joao Pires interpretar la sonata nº 21, D 960, de Shubert y estoy en la gloria recordando las sensaciones. Sensaciones que espero sentir, potenciadas, el día que estés aquí conmigo, cuando el tiempo deje de ser líquido, porque... T. Q.

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