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martes, 18 de marzo de 2008

T. Q. 18 de marzo, martes.

Debe ser porque me siento más relajada, sin la presión de las actividades cotidianas de Madrid, el caso es que he dormido casi seis horas seguidas, un record. Apenas si he soñado y me acabo de despertar como nueva. Mi padre parece dormir y todo está en silencio ya que mi madre y mi marido duermen como las personas normales, es decir, como troncos sus ocho o nueve horas seguidas. Me asomo a la terraza mirador, a través del cristal, y el mar ahí está, a lo suyo, a su infinita e incansable maquinaria de olas, siempre distintas, siempre infalible y sorprendente con su rumor acompasado. A veces, se enfurece y entonces ese rumor se vuelve estruendo ensordecedor y las mansas olas se transforman en furibundas lenguas de torrenciales aguas que buscan la destrucción de lo que pillan a su paso y la espuma es efervescencia de una fuerza incontenible. Me apetece observarlo mientras fumo mi primer Pall-Mall azul. Mis pensamientos se distribuyen a partes iguales por entre los mil y un entresijos de los sentimientos reales y los imaginados. No se puede decir que esté despreocupada de todo, pero casi. No leo los periódicos ni veo la tele, por supuesto, no me apetece leer ni escribir, solo respirar, respirar para no morirme. No me acuerdo de mi hermano muerto, ni de el afinador de pianos, ni de Irina, Irina, te amaré solo con que me digas un te quiero, ni en Hair, ni en nadie, ni tan siquiera en la niña que espera Sophie, que dicho sea de paso, acerté en mi predicción. Vacaciones de cuerpo y alma. No pensar en nada ni en nadie. Lo que haya de pasar que pase. Es como si me dejara llevar por la inercia de la nada. Ahora podrían hacer conmigo lo que quisieran. Cierro los ojos y me dejo llevar... mis dedos... No ahora no, aquí no. Los pensamientos fluyen como el agua por la playa, como la ola que se desvanece entre los poros de la arena. Pensar plácidamente, pensar líquidamente, que las palabras se hagan protagonistas de si mismas y que signifiquen cada una de ellas toda la fuerza simbólica que representan, que dejen el rastro de todo su significado y toda su musicalidad expresiva. Así, que surjan como agua de manantial y que se desborde el encanto poético de sus infinitas sugerencias. Que reinen sobre todas las cosas y que cada una se apodere y fertilice el terreno al que pertenece... Dios.... si yo pudiera ser domadora de las palabras, domesticadora del alfabeto y de todo el diccionario de la lengua, de todas las lenguas. Las palabras son mi único tesoro y aunque no siempre aparece la justa y necesaria, se que podría ser mía si tuviera el talento y la perseverancia suficiente para alcanzarla y dominarla e imprimirla en mis labios o en mi corazón y plasmarla en el momento preciso sobre este papel, que no es papel. Las palabras son poderosas y sabias. Si yo pudiera tener un mercado de palabras donde poder suministrarme cada segundo de mi vida, aunque el precio fuera mi alma, mi existir. Daría todo por tener la palabra que requerida en cada instante concreto. Adoro la palabra y vivo angustiada por tenerla siempre disponible. Esa búsqueda permanente, es la fuerza que me permite resistir y el camino que recorro cada día, en mi deambular por la vida, no es otra cosa que la parte esencial de mi búsqueda. Estoy muy excitada, mi vulva se ha despertado, palpita y se abre y cierra como si fuera una parte independiente, autónoma de mi misma, abro la camisa de mi marido, que llevo puesta y dejo los pezones al aire... mi pubis se mueve sin que se lo diga nadie y mis dedos se meten dentro de mi, primero uno, después otro y mi esfínter libera sus músculos y forma parte de mi sensibilidad y acelero el ritmo y me veo a mi misma amándome, y me amo, y me amo, y otros dedos aprietan y tiran de mi pezón derecho y me viene, me viene... dios... largo, intenso, que me dure una eternidad, un sin fin de eternos segundos, mas, mas, aún mas... mi corazón se desboca y mi vulva descarga su lava blanca y espesa, como hacía tiempo que no me pasaba y mientras mis espasmos se desvanecen, más lava se desliza por mis piernas, qué locura más divina y que orgasmo más sublime y místico me acabo de regalar y ¿sabes una cosa? No pensé en ti, ni en nadie, ni en nada, solo en mi... buscaba el placer de mi placer y lo tuve y lo tendré siempre que quiera... soy la dueña de mi y puede que algún día te tenga conmigo para regalarte miles de orgasmos, aunque tu solo estés ahí, desvanecido en una imagen evanescente, pero real, como fue real el gran "petite-mort" que me acaba de llegar y que deseo mas, porque... T. Q.

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