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lunes, 24 de marzo de 2008

T. Q. 24 de marzo, lunes.

Conservo las sensaciones de mis paseos por los riscos de las montañas y por los aledaños de la playa, entretejida entre la bruma de la noche y del amanecer. Al alba, cuando aún no ha muerto la noche ni ha nacido el día, cuando se despiertan los buhos y los pardales y revolotean las gaviotas picoteando la claridad de la aurora, es cuando realmente soy yo misma. Mi pelo negro, largo y revuelto, se me mete entre los ojos y la boca, siento mis pezones erizados y ardientes, siento mis píes, correr, volar, por los senderos donde nacen diminutas margaritas blancas y vuelo a ras de la tierra y mis cabellos buscan el cielo. Si pudiera estar desnuda estaría, si pudiera gritar al viento gritaría y algunas veces canto a grito desesperado las canciones que aprendí de niña. Mi madre dice que cualquiera que me vea pensará que estoy loca, con esos pelos, con esos gestos casi masculinos, con estos ademanes y estas furias que me dan cuando trato de sacar de mi la fiera que me habita. Pensarán que estoy loca, dice mi madre. Pensarán que soy una romántica, dice mi padre y yo digo para mis adentros que nadie sabe, ni yo misma, qué soy y qué no soy. Me gusta ver el cielo rojizo anunciando la salida del sol y las nubes encarnadas me llenan de deseos de reencarnarme en una diosa del Olimpo o un hada bruja de la Edad Media. No sé. Solo sé que es difícil comprenderme, lo entiendo, que es difícil convivir con una persona que solo vive medianamente feliz cuando, en completa soledad, se transmuta en un ser mas allá de lo humanamente comprensible. La música que me susurra el viento en mis paseos, en mis carreras, solitaria entre la maleza de las zarzas y los juncos, entre la arena y la espuma de las olas, esa música me ilumina el alma y me engarza los sentidos con lo sobrenatural. Esa soy yo realmente. Esta que ahora fuma su tercer Pall-Mall azul, mientras todos duermen, es una lejana semejanza con lo que realmente soy. Si pudiera morirme a mi gusto, cuando yo quisiera, me habría muerto estos días atrás, apoyada mi cabeza sobre una roca y desnuda, con mi vulva bien abierta y mis manos abrazando mi corazón y mis ojos abiertos y brillando fuego, apagarme, apagarme, apagarme y morirme entregada a los seres invisibles que me aman y me reciben en su seno. Que me encuentren muerta y que digan que se ha muerto la loca esa que soy yo. Si pudiera morirme ahora mismo... dios... morirme ahora mismo y juntarme con mi hermano muerto y pedirle perdón por haber dudado de su pacifica y humana persona. Mi hermano muerto y yo nos sentábamos juntos en una alfombra persa, similar a esta donde ahora escribo, y cogía su guitarra y tocaba y tocaba y me transportaba a mundos increíbles. Mi hermano no era un gran interprete, no era un experto, no era guitarrista como los demás, pero cuando tocaba a su manera, lo hacía con tanta sensibilidad, con tanta emoción, que casi siempre me sumergía en su mundo íntimo y oírle provocaba en mi una ternura indescriptible. Irina vendrá esta mañana y remataremos los asuntos burocráticos de su contrato como secretaria, por seis meses, y si todo va bien pronto se hará cargo de llevar lo mas importante de la editorial. Estoy deseando verla y escuchar sus cosas. Ha estado ocho en su país, en su casa con su hija y con su madre. Tal vez haya podido estar con su esposo. No sé. Necesito que venga Hair a arreglarme y hacerme un completo, como yo digo. El vello de mi pubis ha crecido mucho y me molesta tener la vulva rodeada de vello. Quiero que venga y me repase el corazón que corona mi sexo. Tengo ganas, muchas ganas de ser comida por ella y de comerla yo. El otro día en el Mercadona de Mojácar me encontré con la chica preñada que se besaba con el hombre de la edad del afinador de pianos. En el pasillo de perfumería no había nadie y cuando me quise dar cuenta, ella estaba allí, a mi lado, disimulando, haciendo como que quería llevar un champú ¿De cuanto estás? De siete meses ¿Será una niña? Si, una niña va a ser ¿Cómo lo sabes? Me pareció por la forma de tu tripita. Se levantó un poco la camiseta y me dijo que la tocara si quería. La toqué y sentí su piel caliente. Eres muy guapa y tu hija lo será aún mas. Gracias, un besito. Nos acercamos las mejillas y nos besamos con nuestros labios húmedos, suave, muy suave y presionamos un poco mas y... dios... la quise sin darme cuenta y sé que era reciproco, con deseo intenso. No me olvides, dije. No lo haré, contestó. Marcho mañana ¿A dónde te vas? Soy de Barcelona. Soy de Madrid y también me voy mañana. Otro besito. Y nuestros labios se detuvieron una eternidad de instante. Que seas muy feliz, que todo te vaya muy bien. Gracias, igualmente. Nadie sabe lo que escondo dentro de mi. Si vinieras trataría de que me entendieras y me desearas tanto como te deseo a ti, ahora mismo, ven, porque... T. Q,

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