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lunes, 3 de marzo de 2008

T. Q. 3 de marzo, lunes.

Están doblando las campanas, para la misa de ocho, en la parroquia que tenemos cerca. A veces las campanadas me sirven de reloj, de recordatorio de que ahí fuera existe la vida de los otros. Antes de que llegue Irina, quisiera estar relajada y que me haya dado tiempo a recuperar los recuerdos de ayer. Hair vino sobre las nueve. Nos dimos un fuerte abrazo como muestra de mi sincero sentimiento de pena por el fallecimiento de su madre. Nos acostamos desnudas una frente a otra y sus lagrimas y sus abrazos fueron abundantes. No teníamos ganas de nada, solo estar juntas, frente a frente, mirándonos a los ojos y hablando muy bajito, casi susurrando, nuestras piernas estaban entrelazadas y con imperceptibles movimientos conseguíamos que nuestras vulvas, bien abiertas, se besaran entre si, pequeños estremecimientos y con impulsos de nuestros pubis, conseguíamos un placer inmenso. Nuestras bocas juntas, nuestros besos tiernos y nuestro abrazo, nos llevaban a un inmenso placer, evitando llegar al orgasmo. Así estamos a gusto, Theresse. Nuestros ojos brillaban emocionados y nuestros corazones sentían una comunión perfecta. Nos quedamos dormidas durante unos minutos. Me arrodillé en la alfombra y traje hasta mi boca la vulva de mi amante mujer. Mi lengua abrió sus cueva carnosa y húmeda. Con mis manos acariciaba sus pezones. Sus piernas abiertas y en alto, me favorecían la entrada de la lengua que no paraba de lamer y meterse los mas adentro posible. Su clítoris erecto se me ofrecía y lo lamía y succionaba como si fuera el falo de un hombre. Metí, dos dedos, luego tres, luego cuatro... dios mío... le metí toda la mano hasta justo la pulsera de mi muñeca, abrí la boca y con movimientos muy rápidos esperé su orgasmo y fué tanta la descarga que le vino, que tragué varias veces y me dejó toda la cara y los pezones empapados. Hair tuvo varias convulsiones casi epilépticas y su fuente manó incluso después del orgasmo. La abracé y me comió la boca buscando su propio sabor. Me volverás más loca aún, Theresse. Se puso las piernas entre mi cabeza y se dispuso a comerme, mientras yo la comía a ella. Despacio, muy despacio. Quieta, no quiero correrme, dije. Comimos juntas y dormimos, sin dormir, la siesta. Me contó muchas cosas, muchas historias de su pasado en Salamanca, cundo era estudiante y compartía piso con dos amigas y el novio sirio de una de ellas. Una vez tuvo que quedarse en cama, con gripe. El novio sirio de su amiga, al encontrarse solos en casa, se metió en su cama y ella consintió. Fue una gripe de ocho días y en esos ochos días el sirio y ella jodieron lo inimaginable. El sirio estaba con su novia por la noche y por el día con Hair. Al cabo de tres meses o cuatro, Hair se quedó preñada. Nadie se enteró. Abortó en una clínica donde el sirio hacía prácticas de médico. Él pagó todos los gastos y a partir de entonces, Hair dejó los estudios de Filología Inglesa y vino a Madrid a la Escuela de Peluquería. En Salamanca se había acostado, alguna que otra vez, con una amiga que le enseñó a amar a una mujer. El marido de Hair es Visitador Médico y tenía un congreso en Valencia. Cuatro días con hotel de cinco estrellas pagado. Sophie, como arquitecto, tenía interés en conocer la obra de Santiago Calatrava y Hair iba a estar casi todo el tiempo sola. Les acompañó Sophie. Los cuatro días en Valencia, mientras el Visitador Médico asistía al Congreso, Hair y Sophie visitaban la parte moderna de Valencia. El primer día, después de haber visitado algunos museos, comieron un poco y bebieron bastante, en el hotel. Durmieron juntas la siesta, bien contentas por el vino de la comida. Allí se liaron y tuvieron mucho sexo entre ellas y una de las noches las dos con el marido de Hair... No se lo cuentes a nadie, por favor, dijo Hair. Ahora enciendo un Pall-Mall azul. Creo que mañana veré al afinador de pianos. Aún no me ha bajado y pienso en mi hijo como si estuviera confirmado que estoy preñada ¿Se parecerá a mi hermano muerto? ¿Sabré educarle y enseñarle los fundamentos de la vida? Siempre me acuerdo de ti, incluso cuando no me acuerdo, porque... T. Q.

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