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lunes, 28 de julio de 2008

PENSAR EN UN HOMBRE CONCRETO

Marlene tiene mucho estilo para vestir, mucho mundo vivido, mucha cultura, mucho de todo. Me da cien vueltas en saber estar, en llevar una conversación, en conocimientos de la vida y se muestra muy liberal, por no decir libertina. Me impresiona, me acogota, me fascina, me domina y me dejo, porque adivino que de ella puedo aprender mucho. Nunca usa sujetador, ni excesivo tacón, ni joyas, ni anillos, ni tan siquiera reloj de pulsera, dice que son signos de burguesía. Sabe vestir y combinar muy bien. Con su melena negra y lacia, con su uno setenta y siete de altura, su delgadez, resulta muy elegante y sofisticada. Casi no se maquilla pero con sus rasgos medio orientales, medio indígenas, resulta atractiva y sofisticada. Como lo sabe, se aprovecha de ello y su éxito con los hombres está asegurado.
Vestía una falda de vuelo y una blusa de seda champagne, que le marcaba los senos y los pezones, tan negros y desarrollados. Comparado con mi uno sesenta y siete, mi vestido y mis zapatos negros, mi gargantilla de plata y mi reloj Radiant, me sentía a gusto, qué remedio, pero sabiendo que era ella la reina de la fiesta.
La cena fue muy agradable, muy abundante y el Rioja nos animó bastante, pero bastante. En el restaurante nos atendieron muy bien, la conversación distendida y aunque no conocía a los amigos de mi ya amiga Marlene, pronto pude sentirme integrada y participativa en la conversación. Mario es sobrino de un poeta uruguayo del que nunca había oído hablar, Mario Benedetti. Vladimir, el chileno, es muy alto y casi no tiene acento sudamericano. Los dos trabajan en sus embajadas respectivas y están aquí, en España, haciendo prácticas. Es muy posible que en un año les asignen una Embajada en cualquier país de habla hispana o portuguesa.
Me hicieron recitar varios poemas que se de memoria y me animaban a estar convencida de que voy a tener suerte y de que pronto tendré un trabajo interesante. Se ofrecieron para ayudarme y quedamos en volver a cenar juntos muy pronto. Me dejó sorprendida su afirmación de que Franco es un dictador. Siempre había pensado que Franco es un santo, o poco menos.
La noche la terminamos en una discoteca que se llama “La Araña Lunar”. Bebimos dos cuba libres, para mi demasiado, porque no estoy acostumbrada y hablamos por los codos. En un momento dado, nos invitaron a bailar. Marlene se pegaba mucho a Vladimir y por señas me animaba a que me arrimara más a Mario. Al principio me aguanté un poco, pero como una no es de piedra, al segundo baile me dejé llevar. Me gustaba sentir el pecho de Mario clavado en mis senos y ceder mi cuerpo ante su abrazo. Fueron cuatro o cinco bailes, así, cuerpo contra cuerpo y sentía deseos de más y más. Fue inevitable. Acabamos besándonos apasionadamente mucho, pero mucho rato. Nunca había bailado sintiendo tan intenso placer, tan intenso deseo de que se parara el mundo, era una experiencia nueva que me hacia sentir en una nube de lujuria y deseo. Eran las cuatro de la mañana y pedí que me llevaran a casa. No, querían pero ante mi insistencia lo conseguí.
Marlene se fue con ellos a su hotel, supuse que no se acostaría con los dos, aunque tengo mis dudas. Una noche es una noche y la mía había sido maravillosa y punto. En casa, en mi cama, abrí la puerta del armario y ante el espejo, veía a Mario poseyéndome, porque Mario es un hombre distinto a los que he conocido, que solo ha sido uno y nunca me besó de vedad. Me imaginé entregándome y me vino torrencialmente dos veces casi seguidas y porque me dio el sueño...
Nadie sabe que soy virgen, ni que me inquieta tanta novedad en éste Madrid de mi alma. Pensar en un hombre concreto, un hombre con nombre, es mejor que pensar en Marlon Brando.
“Soy, señor, vuestro vasallo;/ vos sois mi rey en la tierra.!” . Duque de Rivas.

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