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lunes, 4 de agosto de 2008

¿ME DEJO LLEVAR?

El hombre que no ve, se ayuda con su bastón de empuñadura de marfil y con la mano izquierda va tocando las paredes, las columnas, las esquinas y el rodapié con los zapatos. Tiene memoria fotográfica y pocas veces se deja guiar, aunque se de un trompazo bastantes veces. En el garaje, al salir del ascensor busca la primera columna y se queda parado.
- Esta fila de coches y la moto son míos. Nos vamos a quedar con el Jaguar y los demás, junto a la Harley, los vendemos. Alquilamos las plazas que nos queden libres. La próxima semana tienes que buscar una auto escuela, si estás de acuerdo, claro.
- Si señor, aunque empezar a conducir un coche tan bueno, es demasiada responsabilidad para una novata. No se yo.
- Tranquila, al principio vas despacio y ya te acostumbrarás. Hay que poner anuncios para vender lo que sobre. Arriba está la documentación de todo. En unos meses, cuando ya estés bien afianzada, tendremos que coger a otra secretaria para que nos ayude, sobre todo a ti. Vamos para arriba ¿Tienes hambre?
- Un poco, pero no se preocupe.
El hombre que no ve, se apoyó sobre la pared del ascensor. Al cerrarse las puertas y quedarnos los dos tan cerca, una especie de temblor interno me hacia sentir algo extraño. Es tan alto y tan fuerte... sus zapatos negros, italianos, tan brillantes, su pantalón de pinzas, tan planchado, su cinturón, usa cinturón de piel aparte de sus tirantes, su camisa de seda negra. El pelo tan negro y cuidado. Su semblante serio pero relajado, casi siempre.
- Anoche, en tu casa, ¿pensaste en el trabajo?
- Claro que pensé. Es un reto profesional muy elevado para una persona que acaba de llegar de su pueblo sin idea de nada. Es mi primer trabajo y encontrarme con tanta suerte me parece increíble y a la vez una aventura, un sueño.
Alargó su mano y la puso en mi mejilla. Con el pulgar me acarició los labios deteniéndose en la comisura derecha...
- Sonríe siempre, mujer, hueles muy bien y noto en ti cualidades, más que nada por intuición, porque no puedo verte, pero me fío y es lo que me importa. Tu tranquila, sabrás aprender, sabrás tener paciencia conmigo, sabrás que el tiempo te dirá lo que debes hacer. Sólo tienes un objetivo: trabajar, estar conmigo a gusto y todo irá sobre ruedas. Si alguna vez tienes algún problema, alguna duda, alguna objeción, no dudes en planteármelo ¿Estás de acuerdo, Angie? ¿Cuándo te dan la cartilla de la Seguridad Social?
- Para el lunes, creo.
Al entrar en la casa grande, la sirvienta le estaba esperando y casi al oído, le dijo que habían llamado de París. Que era urgente.
- Ha surgido algo de suma importancia que me tendrá ocupado hasta mañana. No puedes quedarte a comer. Esta tarde vas a la Biblioteca Nacional. Estudia la forma en que están ordenados los libros, clasificados por materias, fíjate bien en todo. Trata de conseguir una de sus fichas, en blanco o usada. Te das de alta y entérate cómo sacar libros. Busca todo lo que puedas sobre Giambattista Bodoni. Mañana sobre las nueve seguimos.
Al bajar a la calle una chica, que estaba sentada en un banco, frente a la casa, algo mayor que yo, me pidió fuego. Su mirada parecía desnudarme. Me impresionaron su ojos y su blusa escotada. Sentí como que quería algo, pero no sabía qué.
Mi corazón flota encharcado en un mar de contradicciones, es como si dentro de mi se estuviera desarrollando una gran batalla entre dos fuerzas poderosas e irresistibles: lo bueno contra lo malo y viceversa. Dios mío, ¿Me dejo llevar?
“Cayó sobre mi espíritu la noche;/ en ira y en piedad se anegó el alma.../ ¡Y entonces comprendí por qué se llora,/ y entonces comprendí por qué se mata!/”. Gustavo Adolfo Bécquer.

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