Photo Sharing and Video Hosting at Photobucket

domingo, 26 de abril de 2009

SOPHIE

XVI

“Quieta así, Sophie, pero boca abajo, que en unos minutos te hago el tatuaje. Tengo que coger el Metro y me cierran en menos de una hora“. Si, cariño, haré lo que tu me digas, pero no me hagas daño. Sawa se emocionó abrazándome y mirándome a los ojos con una pequeña muestra de celos: “Has dicho, “cariño”?” Es que se me escapó, dije, como disculpándome.

“¿Cómo te sientes?”- preguntó Sawa sin apartar de mi su mirada y su sonrisa tan complaciente. Me siento como en un sueño, pero bien “¿Te duele el coñito?” Un poco, casi nada “¿Quieres tomar algo?” Otra lata de coca cola, por favor. Mientras ella iba a por ella, Mossés, ya vestido, preparaba los utensilios para mi tatuaje.

Puso el papel calco sobre mi espalda y ayudándome con un espejo de mano le iba indicando. Cuando ya teníamos claro el lugar exacto empezó a calcar sobre mi piel la palabra dibujada.
Sawa me sujetaba las rastas y me acariciaba la cara y a veces me besaba en la frente o en las mejillas, todo ternura y delicadeza.
Mossés ya tenía su máquina preparada “¿Empezamos, Sophie?” Empezamos, Mossés. El ruido como el de la máquina eléctrica de afeitar de mi padre se me clavaba en los oídos. Era como un susurro y en la espalda un ligero dolor, como si fuera un escozor caliente. Cerraba los ojos y me dejaba hacer. “Ya tenemos la P mayúscula ¿Te gusta cómo queda?” Queda muy bonita “¿Sigo?” Sigue. Con el espejo iba viendo todo el proceso y al poco rato ya estaba la palabra “Poesía” escrita, tatuada, en el lugar y de la forma que yo había elegido.

Mossés, con unos algodones empapados en alcohol, limpió el tatuaje. “Ya está. En los huecos de las letras se pueden pintar colores. Cada letra de un color, si tu quieres”. Ya lo había pensado, pero para otra vez. Ahora está bien así. Miraba una y otra vez, a través del espejo, y no podía por menos que estar satisfecha del resultado. “Durante un par de días no te laves esa parte, y te lo limpias un poco con algodones mojados en alcohol. Pasados esos días ya te lo puedes lavar normalmente”. Muchas gracias, Mossés, ha quedado precioso. “Gracias a ti, Sophie, si quieres más, quedamos otro día, Ok?". Ok, Mossés, tengo pensado tatuarme toda la espalda en el transcurso del tiempo, por ahora está bien así.

Estaba tan contenta que abracé a Mossés y le di un beso en la mejilla en señal de agradecimiento, pero él aprovechó para comerme la boca. Respondí a su beso y quise separarme pero no pude. Era como brasa de volcán el aliento de su ternura, nos resistimos y quedamos con ganas de más y más. “Me gustaría pasar la noche con vosotras pero se ha hecho tarde. El pequeño tiene algo de fiebre”. Por hoy ha sido mucho lo que me has hecho, dije. “Otro día quedamos los tres, si os parece”, respondió Sawa, mi princesa de ébano, mientras se ponía una camiseta de dormir.

Cuando Mossés se fue, sentí tristeza, sentí que me gustaba aquél hombre negro y su enormidad, que... mejor olvidarlo. Ya veré.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio