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domingo, 26 de julio de 2009

LA MUCHACHA CON LOS OJOS MÁS TRISTES QUE DE AQÚI A LA LUNA

LA MUCHACHA CON LOS OJOS MÁS TRISTES QUE DE AQUÍ A LA LUNA.
I
El viaje.

Eran las cuatro y media de la tarde, no se me olvidará mientras viva, las cuatro y media en punto de la tarde. Mi padre me había acompañado hasta la parada del Auto Res de Benavente. Tanto durante el viaje, desde el pueblo, como la despedida en la estación, fue triste y silenciosa. Ni una palabra de más ni de menos.
Al darme, mi padre, los besos de judas de despedida, no pude por menos que decirle:
- Cuide de madre que sabe que está muy delicada. Y a ver si deja de beber de una puñetera vez y de darle mala vida a ella y a los chicos. Me libro de usted , pero ellos no.
Ni se dignó contestar. Se fue y allí me dejó, en la pequeña cola para coger el billete del auto bus. El calor era sofocante puesto que aún era verano. Exactamente el día doce de septiembre de mil novecientos setenta y siete.
Como era la primera vez que venía a Madrid tenía que andar con ojo no fuera a ser que me equivocara y apareciera en Galicia o en Zamora. Le pregunté a una chica que andaba por allí fumando como un carretero:
- ¿Sabes si este va para Madrid?
- Claro que va para Madrid ¿Es que no ves el cartel?
- Es verdad, no lo veía, perdona.
- No pasa nada.
Había comprado el Nuevo Fotogramas porque, aunque me falte dinero, mi revista de cine es imprescindible. Es la única lectura que leo con autentica devoción. Libros no puedo, porque los cuatro cinco que tengo los dejé en el pueblo, más que nada porque pesan.
Dentro del autobús, compruebo que me toca estar sentada junto a la chica a la que pregunté. “Si quieres ponte al lado de la ventanilla, yo ya estoy harta de ver el paisaje”. “Gracias, muchas gracias”. “De nada mujer, a mandar que para eso estamos”.
El paisaje de los viajes siempre, desde niña, me han magnetizado. Mi padre, cuando me llevaba a estudiar a León, siempre me dejaba la ventanilla y a veces me decía: “no te fijes tanto que te vas a marear” y tenía razón. Al cabo de media hora me pasaba la bolsa. “Ya te lo decía, pero tienes la cabeza como tu madre, que ya es. Hasta que no te mareas, no paras”. “Es que me gusta ver correr a los árboles”. Una vez que vomitaba, me quedaba relajada y tranquila y podía mirar y mirar. Un viaje sin paisaje es como... una rosa sin espinas.

No entendía que la gente, cuando va de viaje, vaya leyendo o durmiendo, que es peor. Siempre en ventanilla y siempre mirando al campo, a la tierra, a la gente que trabaja, a los animales, a las montañas, al cielo, a los ríos. Un viaje es un sueño infinito.
Te vas diciendo: me gustaría una casa como esa, o me gustaría subir hasta allá arriba, o me gustaría chapinar por ese arroyo. Mis lágrimas estaban a punto de desbordar los lagrimales, porque el paisaje siempre es precioso, siempre es una maravilla su contemplación. Aunque, si he de decir la verdad, lo que me dolía profundamente era el penoso panorama que dejaba en casa y lo sentía sobre todo por mi madre, porque los hermanos se defienden de otra manera.
- ¿Quieres un cigarro? Es Piper mentolado.
- Gracias. No fumo mucho pero me vendrá bien.
- ¿Estás nerviosa?
- Un poco. Es la primera vez que voy a Madrid y no tengo ni donde caerme muerta ¿Sabes de alguna pensión donde pasar la noche?
- Lo que sobra son pensiones en Madrid. Nos ha jodido, en Madrid encuentras de todo, hasta de lo que no hay. Soy de Santa Cristina y me llamo Carmen ¿Y tu?
- Me llamo Esmeralda, aunque en mi pueblo me llaman Emeraldina, y soy de Santa Colomba.
- Las dos de pueblos con el Santa por delante, vaya coincidencia. Pues nada, no te preocupes que en Madrid la gente ayuda mucho y encontrarás más de lo que busques. Te gusta el cine por lo que veo ¿Me dejas hojear la revista?
- Si claro. Hojéala todo lo que quieras, yo tengo tiempo de leerla. Hasta la próxima semana no sale la nueva.
El viaje se desarrollaba con toda normalidad y aunque preocupada, no tenía otro remedio que estar serena y esperar que lleguemos pronto. Resulta un viaje más largo que una semana sin pan.
¿Habrá reñido mi padre a madre por haberle dicho lo que le dije?
Me juego un riñón.

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