Photo Sharing and Video Hosting at Photobucket

martes, 28 de julio de 2009

LA PRIMERA CENA

III
La primera cena.

Cuando estudiaba en León vivía en casa de unos conocidos de mis padres que alojaban a estudiantes. Dos habitaciones y en cada una, dos camas, por lo que me tocaba compartir una de ellas con otra chica. Todos los cursos con una diferente, no me asustaba, por tanto, dormir junto a Carmen o con cualquier otra.

Me impresionó que me presentara a la dueña de la pensión como su amiga y sobre todo, me admiraba su soltura, su dominio sobre todas las cosas, su personalidad, su fuerza vital, su poderío, podría decir. Carmen es una apisonadora y eso puede ser interesante para mi.

Dejamos las maletas sin abrir y después de darnos una peinada ante el espejo del armario ropero, bajamos a la calle a cenar en un restaurante muy económico que había en un primer piso de una casa dos números más arriba de la misma calle. Restaurante Madrid.

A Carmen la conoce todo el mundo y todos le hablan con confianza. Me decía, mientras cenábamos, que la recuerdo a ella cuando llegó a Madrid. La misma pinta de paleta y la misma actitud de apocada y corta. Que no me preocupara, que en Madrid o espabilas o te espabilan a base de ostias. Lo pasarás mal, porque eso no te lo quita ni el apuntador, pero te merecerá la pena, ya verás, serás más libre, más culta, más luchadora, que mi juventud y mi presencia, son bazas a mi favor, comenta con una labia como un frenesí.

Dice, también, que ella encontró trabajo, sin recomendación, en Coca - Cola a lo tres días de llegar y que ahora es jefa de sección de una planta embotelladora. Que se está sacando el carnet de conducir, que se va a comprar un Citroen GS, precioso, que le dan, en tres meses, un piso de ciento veinte metros cuadrados, con todas las comodidades, a cinco minutos del trabajo. Yo escuchaba embelesada todo lo que me contaba y mientras comía una cena riquísima, iba mirando alrededor. La gente viste muy bien, es muy educada y se ve cada tío que se muere una de ganas.

- Mira Esmeralda, te lo voy a decir claramente, aquí, en Madrid, vas a sufrir mucho, pero mucho, pero a cambio tendrás la oportunidad de arrancarte de una puta vez la pátina de pueblo que llevas y dentro de tres años, cuando eches la vista atrás, sin ira, como la película tan maravillosa que conocerás, te darás cuenta de que ha merecido la pena. Podrás arrancarte hasta a tu familia, como he hecho yo, porque me tenían y me tienen, hasta los mismísimos cojones, que la familia, sólo sirve para hacerte sufrir desde que naces hasta que mueres. Felipe, que es majísimo, como has visto, y Alfonso y cientos y miles, por no decir millones, y yo misma, qué cojones, estamos luchando por cambiar esta puta sociedad consumista, reprimida, injusta, insolidaria, y mil cosas de más que sobran o que faltan. Se me revuelven las tripas cada vez que pienso en mis padres y en mis tíos y en todos, me cago en todo lo que se menea, en todos los españoles que aguantaron y aguantaron, cuarenta años hasta que se murió el dictador y menos mal que la espichó, que si no es por eso, aún estamos sometidos al yugo y a sus flechas, nos ha jodido. Pero ahora, amiga mía, ahora nos toca a nosotros, se van a enterar los muy cabrones ¿Sabes una cosa?

- ¿Qué? - yo, acojonada.

- Vamos a dar la vuelta a la tortilla.

- ¿Qué tortilla?

- ¿Qué tortilla va a ser? a la nuestra, a la sociedad, joder, a la sociedad! Es que me pongo de los nervios. Por cierto, ¿Tus ojos son azules o grises? No paro de darle vueltas mientras hablo. Este vino está de puta madre.

- Azules normalmente y grises cuando estoy triste.

- Pues estás más triste que el caldo de un asilo. Ahora nos ponemos guapas y ya verás que bien lo vamos a pasar. Por mis huevos. Si por mi fuera, ardía Troya.

- Carmen, ¿por qué haces esto por mi?

- Anda la ostia, porque me sale de los... ya te lo he dicho salada, porque eres como era yo. Mejor es que caigas en mis manos, que somos paisanas y siempre te ayudaré y para lo que necesites y te lo digo con todo mi corazón, para lo que necesites, aquí me tienes, porque hay mucho hijo de puta por ahí que se podría aprovechar de una pardilla como tu y además porque me caes bien. Y no me hagas decir más, ostias ¿Por qué lloras, guapa, por qué lloras?

- Pues porque me has emocionado, porque nadie en mi vida me ha hablado como lo has hecho tu y porque no se cómo podré pagarte lo que haces por mi.

- Te diré como me lo puedes pagar. Es fácil: convirtiéndote en una mujer luchadora, por ti y por las mujeres. Por la liberación de todas nosotras, por nuestros derechos, así que ya sabes. Ojo y al toro. Hala, vamos.

De camino a casa, a nuestra habitación, Carmen me hizo prometerla que lucharé. Como no entiendo mucho de lo que me habló y porque no la veo mala persona, le dije que si a todo. Además, como para llevarla la contraria. Ya te digo.

Busqué a la luna y no la encontré.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio