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domingo, 25 de octubre de 2009

Hazlo con convicción.

En el largo pasillo había tres puertas que daban a tres aulas que se conservaban intactas. Cada clase tenía su mesa de maestro, con su esfera o globo terráqueo, con su encerado, sus tizas blancas y de colores, su cepillo empolvado y su palabra escrita por certera mano: “Dictado“, con sus pupitres, incluso con los cuadros de Franco, José Antonio Primo de Rivera y el crucifijo en el centro.
- Aquí estudié desde párvulos hasta COU. Las aulas se conservan intactas porque se ha tratado, durante años, de traspasar o vender, el Colegio, tal y como estaba desde que se fundó en el cincuenta y uno. Como no ha sido posible, es probable que hagamos una reforma y vendamos los locales o pongamos una Galería de Arte de cara al público. Ya se verá. En los armarios están las carpetas con los expedientes de los alumnos desde hace más de cuarenta años hasta el año noventa y nueve, que fue cuando se cerró todo esto.
- Me recuerda a la escuela que tuve de niña. Es impresionante.
- Baja despacio, la escalera es muy pronunciada. Voy delante.
El sótano conservaba las espalderas de lo que debió ser el gimnasio, un potro, la barra, tres bancos y un plinto. La iluminación era casi natural porque unas rejas a ras de suelo permitían que entrara la luz de la calle. Dos caballetes de pintor, uno para formatos normales y otro más grande para formatos de gran tamaño. En el suelo había paneles con bocetos de obras y en las paredes se conservaban varias taquillas de vestuario.
- Este es mi taller. Tiramos varios tabiques, lo pintamos y el resto está casi como antes. Por aquella puerta se pasa al otro sótano y ese está sin cambio. Allí se daban las clases de Mecanografía y de parte última, de Informática. Mi abuelo tenía cuarenta máquinas de escribir que desde las diez de la mañana hasta las diez de la noche no paraban de dar ruido, con alumnos que frenéticos, no paraban de aporrear las teclas. Había máquinas antiguas, las Underwood, las Olivetti M-40, Lexicon 80 y las más modernas Linea 98. Tenían, también, máquinas de escribir electrónicas de Olvetti y de IBM y media docena de unas maquinitas preciosas para aprender Estenotipia. Estas paredes están llenas de historia y si pudieran hablar, ni se sabe lo que nos contarían. Por aquí ha pasado de todo. Hasta hubo reuniones clandestinas de comunistas, socialistas y de los de Comisiones y UGT. Ya te iré contando.
- Esto es una maravilla. La cantidad de vivencias que habrán dejado su huella por aquí.
- Ya te digo, infinitas. Ahora empieza la tuya. Aquí empieza el resto de tu vida y aún estás a tiempo de volver a casa. Mira, mi pequeña Lena, en este sótano comeremos y te haré el primer ejercicio de tu bautizo como sirvienta mía.
- Tengo hambre, Leo y ya se me pasó el miedo. Haz de mi lo que desees, de verdad que estoy dispuesta.
- Ven, dame las manos. Te ataré con los grilletes a la espaldera mientras me preparo para la comida. He traído algo que te va a gustar mucho: queso de cabra y anchoas con dulce de membrillo. Desnúdate antes y ponte sentada en el suelo, espera que te pongo debajo unos periódicos, no se friega desde hace unos días. He traído una botella de vino del Bierzo y la botella de Licor de Hierbas Ibicencas y estas velas ¿Estás cómoda así? No quiero que te queden marcas en las muñecas ni en ninguna parte de tu cuerpo, al menos por ahora. Si algo te hace daño me avisas ¿Estás bien?
- Si, estoy bien. Tengo sed y hambre, pero estoy bien.
- Espera que me desnude y me ponga la camisa vieja de mi marido. Me encanta verte así, atada a las espalderas. Un día te tocará el potro, ya verás. Estas velas son para ti ¿Qué hora es, mi pequeña Lena?
- Las dos y cuarto, mi amor.
- Hasta las tres no se come. Bueno tu si, tu me comerás mientras me pongo las anillas. En esas taquillas hay muchas cajas metálicas de dulce de membrillo. En cada caja hay algo especial. Esta que tengo en mis manos es la de las anillas y las cadenitas de plata. Si te das cuenta son cuatro anillas y la cadena tiene forma de X. En cada extremo una anilla. Cuando tus pezones hayan crecido te las pondré después de haberte perforado. Tu ahora come los míos y abre los agujeros para poder meter las anillas.
- ¿Así está bien?
- Con más entusiasmo las he visto yo. O pones entusiasmo o te ato la otra mano, tu verás. Succiona con más fuerza para que se dilaten los orificios ¿Es que no te das cuenta?
- Si ahora me doy cuenta, perdona.
- Quiero pasión, fuego, lujuria, locura, de no ser así no avanzaremos nada y eso no puede ser ¿Es que no percibes lo sublime de tu acción? Ese cuadro que está sin terminar necesita de ti, necesita que me inspires, así que ya puedes aplicarte. Cambia al otro y mientras me lo comes pon la anilla en el que ya comiste y así hasta las cuatro anillas ¿Lo entiendes, mi pequeña Lena?
- Si, mi amor ¿Para qué son las cuchillas de afeitar?
- Ya te llegarán las cuchillas. La sangre es lo más hermoso que existe y en mis cuadros hay necesidad de sangre, porque la sangre es vida. Ahora comprobaré cómo estás. Aún estás casi seca. Me pregunto a qué esperas.
- A que me beses al menos una vez.
- Abre la boca.
- Siiiiiiiii. Gracias mi amor.
- No te acostumbres. Mañana en la Galería de Arte te metes en el cuarto de la video instalación, que está completamente oscuro y no entra nadie. Cinco minutos después entraré yo y te comeré hasta que te venga ¿Estás de acuerdo?
- Si. Haré lo que me digas.
- Hazlo con convicción. Si no es así, no merecerá la pena.
- Lo haré convencida. Lo prometo.
- Bien, ahora pon las anillas de los labios mayores, a ver si eres capaz de que me venga. Esto me recuerda unas fotografías de Alberto García Alix. A partir de mañana nos haremos fotos, otra de mis muchas asignaturas pendientes. Lisette Model, Graciela Iturbide, nuestra Colita y tantos y tantos. Con más entusiasmo ¿Para qué te dio dios la lengua? Decía Voris Vian que la lengua es el órgano más perfecto y más útil, que hasta se puede utilizar para hablar. Esa lengua hay que saber manejarla con maestría. Mira cómo lo hago cuando te la meto hasta la tráquea. Tu haz de ella tu mejor instrumento. Abre ¿Te diste cuenta? Pues tu lo mismo. Con pasión.
- Si, mi amor.

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