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martes, 1 de diciembre de 2009

MINICUENTOS DE CASA.

I.-
El tejado roto, tapias caídas, puertas que chirrían, ventanas abarquilladas. Vendo la casa.

II.-
No hace para salir de casa, las goteras nos salpican, el ambiente cargado de electricidad ¿Qué hacer ante tanto desastre?

III.-
Por los cristales rotos entra una brisa helada que corta el fluir del tuétano en los huesos. Mientras más te adentras, más notas una especie de vacío, un desconsuelo, un témpano, un iceberg de tal calibre, que paraliza el sentido ¿Dónde dejaría las cuchillas de afeitar?

IV.-
Hace más de un mes que no llaman, más de dos que no nos vemos y fui yo el último que llamé ¿O fueron ellos?

V.-
Poco después de entrar en su casa preguntó: ¿Cuándo te vas?

VI.-
Su casa era confortable y el café como de compromiso. Lo dijo claramente: “El silencio es la única razón de la música”. Ni una palabra más. Indirecta recibida.

VII.-
Más de una vez, al llegar a casa preguntaba: “Mamá ¿dónde estás? Mamá ¿dónde estás?” Cuesta acostumbrarse a la ausencia de la madre y no se daba cuenta de que jamás podrá responder.

VIII.-
Vino a casa a darme conversación, simpática, agradable, incluso insinuante. Estaba claro: quería que le dejara la bicicleta.

IX.-
Una noche de perros se nos fue la luz de casa. No aparecían las velas y las hermanas, tan niñas, tenían miedo. Dije: “No lloréis que se va a despertar el hombre del saco”. Mi padre, sin previo aviso, en la oscuridad, me dio un tortazo y vi la estrellas.

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