Photo Sharing and Video Hosting at Photobucket

martes, 19 de enero de 2010

XIX.- Todo por hacer.

El desconocido señor Armando se desvanece como la nieve en la calle. Falta poco para que den las diez y se siente movimiento de gente en la casa. Dentro de poco se cumplirán las primeras veinticuatro horas desde que empecé a hablar con Patro en el supermercado y aún me pregunto cómo puede ser que todo haya ido tan lineal, tan rodado, como si nuestra relación, y todo lo que nos pasa, segundo a segundo, se tratara de un libro escrito de antemano y tanto ella como yo, lo estuviéramos leyendo a la par.
Curiosamente nuestro libro parece ser el mismo, sin embargo, cada una lo interpretamos de manera distinta. Los matices de los silencios, los detalles internos de las paginas que leemos, la lectura subterránea de entre líneas, no coinciden exactamente y es lógico, porque somos muy diferentes.
Como a toda mujer es normal que haya tenido varias insinuaciones, más o menos directas, de otras mujeres pretendiendo mi favores sexuales, o entregarme los suyos, a lo que siempre me negué. De alguna manera rechazo radicalmente una relación física con una persona de mi mismo sexo. No he sido de tener muchas amigas y se podría decir que nunca he tenido la suerte de tener una amiga total, una amiga intima, a la cual contar mis secretos, mis problemas, mis angustias, mis penas y alegrías. Tuve y tengo buenas amigas pero ninguna de ellas se acercó, ni se acerca, a la que considerar verdadera amiga.
Con la que mejor me llevaba y con la que pude haber llegado a sentir esa totalidad fraternidad, fue con Lara, la farmacéutica, pero me traicionó liándose con el que creía que iba a ser el hombre para toda mi vida, mi ex. En todo caso, jamás me imaginé que iba a dormir con otra y que iba a permitir que me tocara y mucho menos que me abrazara susurrándome erotismo y sensualidad. Se que me ha llevado dos veces a sentir más allá de lo normal. Mis pantys mojados son testigos y la evidencia de que me he dejado llevar porque me gustaban las sensaciones que sentía.
Abro los ojos y echo de menos mi rostro ante el espejo. Mi pelo me tapa la cara y se me mete en la boca, me lo saco y me desperezo, miro para atrás, me doy la vuelta y Patro está desnuda con los brazos cruzados sobre su cara tapándose la frente y la mitad de la cara.
- ¿Estás llorando, Patro?
- Ahora no, ahora estaba pensando en ti, en cómo es posible que me guste tanto estar contigo. No lo entiendo, la verdad, no lo entiendo. Me pregunto si no me estaré enamorando. Pero no te preocupes que no sucederá. Si te digo la verdad, he llorado y sentido escalofríos en el corazón, por ti. Eres muy hermosa y te tengo conmigo, te he acariciado y te ha venido como consecuencia de mis caricias y de mis palabras al oído. He llorado porque es maravilloso sentir el calor y el tacto de otro cuerpo y mucho más si es tan perfecto, tan bello, como el tuyo. También he llorado porque se me pasa el tiempo y tengo unos bultos en el pecho y no me quiero morir. He llorado Patricia, he llorado.
- No llores por mi, ni por ti, ni por nadie. No te enamores de mi, porque yo te puedo llegar a querer y de hecho creo que ya te quiero, pero jamás te podré amar. Mi amor es sólo y únicamente, por y para el señor Armando. Aunque luche contra mi misma, mi único amor, mi verdadero amor, es y será el hombre desconocido y aunque le olvide, jamás dejaré de pensar en Él. Esa es la verdad y te la digo como la siento ¿Quieres que te mire los bultos que dices que tienes?
- Si. Hazlo.
Entonces fue cuando aparté sus brazos de la frente y pedí que me abrazara. La besé en la frente, la besé en los párpados, en la nariz, rocé mis labios con los suyos, besé su barbilla y su cuello y con mis manos cogí su pecho izquierdo y lo besé, lamí su pezón y lo succioné y ella se estremeció y su abrazo me aprisionaba. Con mis manos pude hacerle una palpación concienzuda y pude comprobar que efectivamente tiene dos bultos como dos garbanzos, muy cerca del pezón despierto y mojado por mi saliva. Le quité los brazos de mi cuello y nos pusimos las dos frente a frente.
- Tienes dos bultos.
- Te lo decía y no me creías.
- Mírame fijamente a los ojos y escucha con toda atención. Tienes dos granos de grasa. Son quistes de sebo, dicho vulgarmente. Se te quitarán solos si te masajeas esa parte todos los días en tres sesiones de diez minutos cada una y cogiendo esos granos, uno a uno, con los dedos trata de deshacerlos como harías con un terrón de tierra. Vete mañana al médico y que te hagan una mamografía. Mi opinión es esa: dos quistes de sebo sin importancia que se eliminan solos, con los dedos ¿Me prometes que crees firmemente en mi diagnóstico y que te dejarás de preocupar en este mismo instante?
- ¿Cómo sabes tu eso?
- ¿Me lo prometes?
- Te lo prometo.
- Bien, pues a vestirse toca que ya es hora de levantarse de la cama.
- ¿Me vas a dejar así?
- ¿Cómo te dejo?
- Con las ganas.
- La vida es eso. Mientras tengas ganas tendrás deseo de conseguirlo. Si lo consigues dejarás de tener ganas. y me excita que tengas ganas . Vamos, levántate y anda, que tenemos todo por hacer.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio