XIII.- Iré mi amor, iré.
Toda mi vida he sido de ciudad ya que nunca he vivido en el campo casi ni de visita. Cuando empecé a crecer estuve en varios campamentos y algunas veces he ido de acampada pero siempre me pasaba algo. O me picaba una avispa, o casi me ahogo en el río, o me caía de la bici por los caminos, o me tenían que poner bajo la sombra de las encinas para que no me diera una insolación, o cosas así. El caso es que, aunque adoro la naturaleza, nunca he tenido una verdadera motivación o alguien que me hiciera disfrutar de los ríos, de los sembrados, o de los pinares, por ejemplo.
La visita con Patro a la casa de campo de sus amigos me estaba abriendo nuevos horizontes a infinitas cosas. Me encantan los caballos y ahora he podido comprobar que se me podría dar bien cuidar de mi caballo, si lo tuviera, e incluso podría atreverme a montar. Entre pensamiento y pensamiento se me ha ocurrido que algún día podría tener una casa como la de estos amigos de Patro e incluir algunos animales, como un caballo, perros , gatos y gallinas. Aún no he cumplido los veintiseis y creo que hay tiempo para todo en la vida si tengo la suerte de ir sobreviviendo. Prefiero soñar con un caballo propio a pensar en que me voy a morir hoy o mañana. El potro de nombre “Distinto” me da qué pensar. Es tanta su hermosura y me mira con esos ojos... Si me dijeran: ¿Qué animal te gustaría ser? Respondería: yegua. Ser la hembra de un precioso caballo y tener un potrillo cada poco. Lo digo con todo mi corazón.
En cuanto a la música... No he pasado de los Cuarenta Principales y ahora descubro el Jazz, así con mayúscula y además, he tenido el privilegio de ver de cerca cómo se cocina, como se guisa y como se disfruta. He comprobado la fascinación que algunas personas tienen por su instrumento y cómo se plantean, como uno de sus objetivos en la vida, aprender a dominarlo, en hacerse músicos, y eso me parece envidiable. Si me preguntaran: ¿Qué instrumento te gustaría tocar? No sabría qué responder porque me parece algo imposible. Tal vez diría: La pandereta y me equivocaría, porque la percusión y sus variables son tan complejas como las de cualquier otro instrumento. Creo que en la música sólo puedo pensar como oyente. Ya está: seré una gran oyente. Será lo mejor.
Dentro de la casa, los niños se acercaban a mi y me preguntaban que como me llamo y que si tengo marido. Que si voy a volver, que si me dejaré el pelo tan largo como para que llegue al trasero. Cosas así. Realmente he tenido pocas experiencias con niños y me sorprendía su interés por mi y sus preguntas tan inocentes pero, a la vez, tan espontáneas y sinceras.
Patro me acompañaba siempre y me preguntaba cosas cómo que qué me había parecido la sorpresa, que si estaba contenta, que si me sentía a gusto.
- Tenemos que ir despidiéndonos. A las once, como mucho, regresamos a casa ¿Te parece bien cariño?
- Claro, Patro. Cuando tu digas. Me siento muy a gusto pero eres tu la que decides.En la casa todos me animaban a volver más veces, me invitaban a próximas barbacoas, a montar a caballo, a asistir a sus ensayos, a unirme al grupo como una más, independiente de mi amiga Patro.
Entre todos dispusimos una mesa bien larga con platos de comida y varias botellas de vino y refrescos. Allí no faltaba de nada. Todos se reían y hablaban de sus cosas y yo, como era la nueva, me limitaba a estar y poco más. Como debe pasar siempre cuando se está así, entre un grupo de gente, se nota bien quien te cae mejor y quien te cae peor. Como ya dije, las mujeres me observaban como con lupa y de todas ellas la que me inspiraba mas confianza era Elizabeth, la que estaba embarazada. Me sentía a gusto con ella y al azar nos pusimos juntas en la mesa a la comida. Frente a nosotras estaba su marido y en la misma cabecera Chema, el dueño de la casa.
- A Patry que no le falte de nada. - Dijo Chema y mirándome a los ojos, como con doble sentido, añadió: Si hay algo que te gustaría, pídelo.
- Eso, que lo pida. Que no sea tímida. Aquí tenemos de todo. Fijaros que tenemos hasta buen chorizo de León.
Todos se reían y se reían y las mujeres comentaban que lo hombres siempre pensando en lo mismo, que se les va la fuerza por la boca. Cosas así y a las que yo no estoy muy acostumbrada.
Elizabeth, casi al oído, me dijo que no hiciera caso de los cometarios machistas, que yo a mi bola. Que comiera y bebiera y procurara solo una cosa: estar a gusto. Si no lo haces así, te volverán loca.
Cuando terminamos de cenar, Patro se acercó a mi y me preguntó:- ¿Te has acordado de el hombre desconocido desde que llegamos? Me cogió de la mano y me miró a los ojos como solo ella sabía hacer y me puso su mano en mi pecho: Responde con el corazón ¿Has pensado en él?
- Si, cada instante. Si dejara de pensar en Él, me moriría, te lo juro por lo más sagrado.- ¿Y en mi has pensado?
- ¿En ti? No necesito pensar porque te tengo conmigo. Me preguntó una de las mujeres que si tu y yo somos pareja.
- ¿Que respondiste?- Que no soy lesbiana, que nos conocimos esta mañana en el Super Mercado y que nos hicimos amigas. Todos creen que nos conocemos desde hace años.
- Eso es maravilloso ¿Verdad que si?- Lo es. Te tengo que contar una historia del potro de tus amigos.
- En casa, cuando regresemos ¿Te parece bien, cariño?
- Si.
- Brindamos por nuestra nueva amiga: Patty y por Patro, por haberla traído, por sus lecciones magistrales. Por ellas, por Miles Davis, por Art Blakey y por todos nosotros. Feliz año y a disfrutar de la vida todo lo que se pueda.
Me emocioné y sólo pude responder un gracias, muchas gracias, muy compungida. Algunos de los hombres me miraban excesivamente y me gustaba. Me gustan lo hombres, me decía y me siento muy halagada que estén tan pendientes de mi pero mis pensamientos solo caminan en una dirección y se juntan con los de mi hombre desconocido como se unen, magnéticamente, las corrientes de agua para ser una sola.
Mi hombre es una corriente cristalina que me reclama, que me grita que vaya a estar con Él. Iré mi amor, iré.
Mi hombre es una corriente cristalina que me reclama, que me grita que vaya a estar con Él. Iré mi amor, iré.
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