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sábado, 23 de enero de 2010

XXII.- No me he acordado de ÉL.

A la vuelta del paseo seguía sin dejar de mirarme mi potrillo del alma y cuando pasé junto a él, sentí un escalofrío al imaginar que no tardarían en sacrificar su virilidad. Pensé que no estaría lejana la fecha en que su dueño tomaría la decisión de venderlo y que su nuevo amo, con toda seguridad, procedería a eliminarle los testículos para arrancarle la posibilidad de que se convierta en semental ¿Cómo evitar el infierno que le espera?
Las nubes, antes grises, se van convirtiendo en negras sombras que ensombrecen la mañana y al mismo tiempo mi ánimo. Agradezco infinitamente las muestras de confianza, de amistad si se quiere, de hospitalidad y cariño, pero... algo dentro de mi parece entrar en conflicto con mi forma de ser, con mi manera de ver las cosas ¿Por qué razón me quieren incluir, como parte de su vida, tanto desconocido? ¿Hay algo en mi que les mueve a tanta generosidad?
Los secretos de Elizabeth, o los de cualquiera de las personas que aquí se encuentran, ni me incumben ni son materia para que me afecten hasta el extremo de involucrarme en asuntos tan serios como mi maternidad. Es curioso que el único motivo que parece mover a las dos únicas personas con las que intimidado un poco, Patro y Elizabeth, quieran hacerme participe de sus deseos de que sea madre.
Chema, por otra parte, parece estar interesado en venderme su potro y en ello veo, intuyo, presiento, como alguna otra motivación de compromiso de una relación, aunque solo sea, de pupilaje, cría y mantenimiento del equino, la cual, a su vez, me llevaría a una permanente dedicación y contacto con él y su familia, con la casa, en definitiva. Me da miedo mi vulnerabilidad y que alguien se aproveche de mi ¿Por qué todo es tan complicado?
En los libros de aventuras que leía cuando era pequeña, casi siempre el héroe se enfrentaba con la disyuntiva de elegir uno de los dos, o tres, caminos que, en medio de la selva más tenebrosa, o del desierto más desolado se le ponía por delante. El héroe siempre acertaba con el camino que le llevaría al éxito. Siempre me quedaba la duda de qué hubiera pasado si el camino elegido hubiera sido otro. No soy una intrépida aventurera ni tengo madera de héroe ni de nada. Solo soy una mujer emprendedora, dicen en el Instituto de la Mujer, porque me atreví a crear una empresa de Decoraciones & Reformas.
Pues vaya emprendedora de las narices que soy yo y aunque lo fuera, qué tiene que ver conque me quede o no preñada porque a la gente le de la gana y para qué quiero yo un potro si no tengo dónde ni cómo cuidarlo. Creo que es fácil: un camino, el de la derecha, sería el de decir “si” y quedarme preñada del hombre desconocido, si aparece, o de otro que me presenten. Otro camino es de decir que no cuenten conmigo, que desaparezco, mejor aún, y ese sería un tercer camino, un camino nuevo: dar largas, dar tiempo al tiempo y ya se verá ¿Por qué me hago daño con tanto estruendo interior?
Menos mal que la realidad me succiona del abismo de mis pensamientos, tan lúgubres y pesimistas y me devuelve a la superficie de la tierra firme. Menos mal que no todo está perdido. Tenemos hambre y podemos comer, tenemos sed y bebemos... estar vivos significa acercarse a la muerte. Debería saberlo y no preocuparme más de lo debido. Pero... soy así. Incapaz de soportar demasiada realidad. Debería darme alguna fiesta a mi misma y dejarme llevar por el río que arrastra los troncos secos... y ser uno de esos troncos.
Los músicos han terminado el ensayo y están recogiendo los cables y guardando sus instrumentos. Patro les está dando las últimas indicaciones sobre las partes del repertorio en las que tienen que practicar durante esta semana que viene y quedan en volver a reunirse el viernes sobre las nueve y media. Tendrán cena y baile con su propia música. Todos me invitan, que por favor no faltes.
Sentía una pena infinita entre tanta gente y me vinieron unas ganas terribles de subir a mi habitación y llorar, pero no tengo ni donde llorar, solo ganas de ir a mi casa y emborracharme hasta caer muerta. Soy una maldita egoísta, en toda la mañana no me he acordado de Él.

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