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miércoles, 26 de marzo de 2008

T. Q. 26 de marzo, miércoles.

Son las tres y diez de la madrugada, todo el mundo duerme ¿Qué hago aquí? ¿Por qué no puedo dormir como todo el mundo? Cuando era pequeña mi abuelo me llevó al Retiro a ver títeres. Uno de los personajes aquellos, me dio mucho miedo. Por la noche tardé en dormir y a media noche, me desperté por un pequeño ruido. Me quedé pensando en aquel odioso personaje, cuando noté que el ruido no era ruido, era mi madre que se quejaba. Puse más atención, a mi madre la estaba pasando algo. Pensé que estaba a punto de gritar. Me levanté y me dirigí hasta la habitación de mis padres, despacio fui avanzando y encontré la puerta medio abierta. Mi padre estaba desnudo encima de mi madre y como ella se quejaba tanto, no se me ocurrió otra cosa que coger una zapatilla de mi padre y arrearle con ella en el culo, diciendo algo así: malo, eres malo que estás pegando a mi mamá, ¿no ves cómo se queja? Mi madre, también desnuda, se levantó como un rayo, mientras mi padre se tapaba lo mejor que podía, y me cogió en brazos. No te preocupes hija, papá es bueno y no me estaba haciendo daño. A dormir inmediatamente, que si no viene un lobo y te come. Mano santa. A partir de entonces todas las noches me dormía pensando en lobos y me despertaba a media noche recordando el cuento de Caperucita Roja y aquello era un suplicio. Desde entonces, hasta ahora, padezco de insomnio. Me aconsejan que tome valeriana, que tome pastillas para dormir, que tome esto o lo otro. Me niego. Mis fantasías han sido elaboradas y potenciadas en mis noches en vela, supongo que me ha venido bien para escribir las novelas y películas que, desde mi mas tierna infancia, me he montado sola. Van tres Pall-Mall azul, medio vaso de coca-cola y no sé por donde empezar. Todo anda un poco bastante revuelto en mi cabeza y no tengo muy claro que será de mi. Estoy viendo bastante cine en DVD en casa, para documentarme de cara al pre guión de Alex y escribo menos de lo que debiera. La nostalgia de Mojácar aún me dura, tengo vivas muchas sensaciones, muchas. Irina vino guapa como un sol. Es increíble la belleza de sus ojos y sus rasgos eslavos. Su pelo rubio, su cuerpo perfecto, su sonrisa blanquísima y angelical, sus manos, su todo, me enamora. Trajo fotos nuevas de su niña Karenina, que celebró su cumpleaños, y se les ve a todos muy felices. A principios de mes trasladará sus cosas y vivirá en el piso de la editorial. Tenemos trabajo y no hemos podido dedicar mucho tiempo a hablar en detalle sobre su viaje. Esta tarde iré al museo, buscaré a aquella azafata que se insinuó conmigo, si no está ella otra habrá, tengo ganas de mujer y aún es pronto para Irina. Pondré la cazadora de mi hermano muerto y cruzaré por el Retiro, sola, si encontrara a la patinadora... El afinador de pianos llamó ayer. Durante mas de media hora hablamos como en susurros. Sabe bien cómo transportarme al paraíso ¿Sabes una cosa? ¿Qué? Los tengo dentro ¿De verdad? Si, de verdad ¿Qué quieres sentir? Todo, lo quiero todo. Me vino como un torrente y mojé la toalla que había puesto debajo. Es increíble lo que me puede hacer sentir solo con su voz. Vendrá un día de estos y me lo imagino tocando el piano y yo debajo, como una gatita, con su instrumento en mi boca, despacio, despacio, in crescendo, in crescendo, despacio, despacio... No lo puedo remediar, mi vulva me reclama y ahí tengo ahora mis dedos. Es muy posible que algún día pueda estar contigo como ahora deseo, porque... T. Q.

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